Desde las redes sociales, es fácil decir que se apoya. Dejar tu like a un post de tu equipo favorito, compartir un golazo, o comentar con rabia un penal no pitado es fácil. Lo difícil, lo que de verdad pone a prueba al hincha, es estar ahí. Sentado en la grada, bajo el solazo o la lluvia, alentando al equipo aunque vaya perdiendo.
Días atrás, durante el partido eliminatorio entre Panamá y Nicaragua, se encuestó a unas 500 personas en el estadio Rommel Fernández. El dato que más llamó la atención fue claro: el 74% de los encuestados tiene un equipo favorito en la LPF, pero más del 30% nunca ha ido al estadio a ver jugar a ese club. En otras palabras, existe una comunidad digital que dice apoyar… pero no aparece en las tribunas.
Esta realidad debe preocuparnos. Porque por más que la LPF se esfuerce en ofrecer mejores transmisiones, mayor visibilidad en redes, estadísticas en vivo y contenido atractivo, el fútbol sigue siendo, sobre todo, una experiencia presencial. Nada sustituye el ambiente del estadio, la adrenalina del gol gritado en vivo, el chotin con el desconocido de la fila de abajo, lucir con orgullo tu camiseta —vieja o nueva— como símbolo de identidad. Eso no se compra ni se simula: se vive.
Ser hincha va más allá del engagement digital. Un club no se sostiene con comentarios; se sostiene con presencia, con taquilla, con ambiente. Y si queremos que la LPF crezca, necesitamos que el fanático salga de la pantalla y vaya al estadio para gritar y aplaudir.
Este 18 de julio arranca el Torneo Clausura, una edición que se jugará mientras la Selección Nacional disputa su clasificación al Mundial. No hay duda de que cuando Panamá juegue en casa, el Rommel Fernández estará lleno. Pero el reto está en llenar también el Muquita, el Universidad Latina, el COS y el Yappy. Porque el crecimiento del fútbol panameño no puede depender solo de unos cuantos partidos al año con la Selección. Tiene que vivirse todas las semanas, en todos los rincones.
Hay quienes culpan a la LPF por la falta de conexión. Y sí, los clubes aún tiene mucho que mejorar en organización, promoción y fidelización. Pero también es cierto que una liga no se transforma si su gente no responde. El fútbol no se cambia desde el sofá. Se cambia desde la grada.
Apoyar a tu equipo local no es un gesto menor. Es un acto de construcción. Cada boleto comprado, cada camiseta puesta, cada niño que va al estadio por primera vez… todo eso suma. Todo eso marca una diferencia.
Así que si tienes un equipo favorito, hazlo visible. No solo en redes. Hazlo en la vida real. Porque en el fútbol, como en la vida, estar presente lo es todo.