El asilo es una figura noble del derecho internacional, creada para proteger a perseguidos políticos. Pero cuando se utiliza para evadir procesos penales legítimos, se convierte en un escudo para la impunidad. Saúl Méndez, líder del sindicato más poderoso del país, pidió asilo a Bolivia no para defender ideas, sino para huir de la justicia panameña. Mientras otros dirigentes del Suntracs enfrentan acusaciones graves —como estafa, blanqueo de capitales y falsificación de documentos— y comparecen ante los tribunales, su secretario general decidió escapar. No fue un acto de lucha, sino una salida cobarde. No es el único. Ricardo Martinelli, expresidente condenado por blanqueo de capitales, también evadió la justicia, refugiándose en una embajada extranjera. Dos figuras de bandos opuestos, un mismo patrón: buscar protección política para esquivar responsabilidades penales. Quien realmente cree en su causa enfrenta la justicia con la frente en alto. El que huye, se deslegitima. Y el abuso del asilo, lejos de proteger la democracia, la erosiona.
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Hoy por hoy: Asilo o impunidad
20 jul 2025 - 05:05 AM