En un solo día, el país conoció tres hechos que no deben verse por separado: la captura del alcalde electo de Pocrí por presunto peculado; la desarticulación de una red de blanqueo dentro del MEF y el Minsa; y la toma de posesión de Senén Mosquera como presidente del Concejo capitalino, tras gestionar más de $4 millones de la llamada descentralización paralela y estar bajo investigación.
Estos casos no son casualidad, ni simples errores administrativos. Reflejan un patrón que atraviesa municipios, ministerios y juntas comunales: el uso del Estado como botín.
Que el MEF haya denunciado el fraude bancario es una señal de que aún hay instituciones que reaccionan. Pero es también prueba de lo frágil que es ese escudo cuando la corrupción opera desde adentro.
Mientras se desvían fondos públicos, comunidades enteras siguen sin agua, salud o transporte digno.
Urge actuar: investigar, sancionar y reformar. Porque si el poder solo sirve para enriquecerse, no hay democracia que resista ni ciudadanía que confíe.