Es de madrugada. La Calle 56 del barrio El Cangrejo está en silencio. El tránsito es escaso, apenas roto por el paso de un taxi o el eco lejano de un bus nocturno. En ese entorno tranquilo y oscuro, el 21 de mayo de este año, Saúl Méndez, secretario general del sindicato más poderoso del país, saltó la cerca de la embajada de Bolivia. Toco la puerta a las 2:30 a.m. Llevaba en la mano una carta: pedía asilo político.
Así comenzó un encierro que se prolongaría por 59 días.
Este sábado 19 de julio, algo en la rutina del lugar anunciaba que el confinamiento llegaba a su fin. Frente a la sede diplomática, la mañana era distinta: más agentes de la Policía Nacional de lo habitual, movimientos en la entrada, autos particulares que se detenían con preguntas o bocinazos, y un aire de expectativa.

Poco antes del mediodía, la casa de Bolivia en Panamá comenzó a recibir visitantes. Entre ellos, el entorno cercano del dirigente sindical. Apareció su hija Melany, llegó su hijo Khadir, una mujer mayor que se presume era su madre. Simpatizantes del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción y Similares (Suntracs), entraban y salían con paquetes.
12:07 M.D. - Proceden a subir diversas maletas al auto diplomático en la embajada de Bolivia.
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Desde los carros que cruzaban la calle se escuchaban gritos: “¡Saúl, la lucha sigue!”, y también insultos como “¡Abajo la izquierda!”. Era un reflejo de la polarización del país.
Méndez, de 55 años, solicitó protección al país que dirige Luis Arce Catacora, del Movimiento al Socialismo, alegando persecución política del gobierno de José Raúl Mulino. La embajada le concedió protección temporal y, tras semanas de gestiones diplomáticas, le otorgó el asilo. Panamá concedió el salvoconducto y, con eso, su salida fue autorizada.
A las 2:40 p.m. del sábado 19 de julio, Méndez salió del edificio. Alzó la mano izquierda para despedirse y abordó el vehículo del agregado comercial de Bolivia, Carlos Javier Suárez. “Vamos y regresamos, viva el pueblo panameño”, gritó.
Detrás quedaban días de encierro, incertidumbre y faena política.

Su hija Melany fue la primera en hablar con los periodistas apostados frente al portón de la embajada: “Al obrero de la construcción: unidad, firmeza y disciplina frente al proceso…”, dijo.
Luego, cuando le preguntaron qué mensaje dejaba su padre, respondió: “Es un mensaje de lucha, de resistencia. Y vamos a vencer junto al pueblo”.
Saúl Méndez sale de la embajada de Bolivia rumbo a ese país tras concedérsele asilo y salvoconducto.
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Desde el Aeropuerto Internacional de Tocumen, el dirigente abordó un vuelo de Copa Airlines con destino a Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Estaba previsto que partiera a las 4:17 p.m., pero, tras un retraso, el avión despegó a las 5:00 p.m.
La tormenta por la posible disolución del sindicato
Su salida ocurre dos días después de que el Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral presentara una demanda para disolver el Suntracs. La titular de esa cartera, Jackeline Muñoz, aseguró el pasado jueves en la tarde que la organización dejó de cumplir con los fines para los que fue creada.
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Argumentó que, bajo la fachada de una organización sindical, se han cometido actos reiterados de extorsión, violencia, estafa, abuso de poder y uso indebido de recursos.

La pugna Suntracs vs gobierno
Se trata de un capítulo más de la pugna entre el Suntracs y el gobierno de Mulino.
Todo se intensificó el pasado 28 de abril, cuando la organización decretó una huelga indefinida en el sector construcción. Alineado con gremios docentes y otras organizaciones, exigía la derogación de la Ley 462, que reformó el sistema de pensiones; también rechazan un acuerdo de seguridad con Estados Unidos, argumentando que lesiona la soberanía, y se oponen tanto a la minería como a la construcción de un embalse en Río Indio, destinado a abastecer de agua al Canal de Panamá.
Por esos días, el presidente Mulino dijo en una de sus conferencias de prensa de los jueves que ejercería el poder “para llevarlos a su mínima expresión”.
Melany Méndez, hija de Saúl Méndez, se pronuncia luego de la salida de su padre de la embajada de Bolivia.
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Los procesos judiciales
El día que se refugió en la embajada de Bolivia, la Fiscalía Segunda contra la Delincuencia Organizada emitió órdenes de aprehensión contra Méndez, Genaro López y Erasmo Cerrud.
López, exsecretario y miembro relevante del sindicato, tiene un proceso por la presunta comisión de los delitos de estafa agravada, blanqueo de capitales, asociación ilícita para delinquir y falsificación de documentos.
Se le investiga por un caso relacionado con un conflicto laboral en el proyecto turístico Red Frog Beach Club, ubicado en Isla Bastimentos, Bocas del Toro.
Por el mismo caso se investiga a Cerrud, quien se encuentra asilado en la embajada de Nicaragua.
Días antes fue encarcelado Jaime Caballero, quien es investigado por la supuesta comisión de los delitos de blanqueo de capitales y otros ilícitos financieros. El Ministerio Público lo acusa de utilizar fondos del sindicato para gastos personales y familiares, además de presentar documentos falsificados para justificar estas operaciones. También habría hecho transferencias de dinero a su hija para cubrir gastos personales.
Paralelo a los procesos judiciales, el Instituto Panameño Autónomo Cooperativo (Ipacoop) anunció el cierre de la cooperativa del sindicato, alegando posibles delitos financieros como blanqueo de capitales y malversación de fondos.
El adiós
Hasta que el pasado jueves, la ministra Muñoz dio a conocer los planes para disolver el sindicato. El caso está en un juzgado laboral.
Méndez ya está en Bolivia, lejos del cerco policial, y sin darle la cara a la fiscalía que lo investiga. El sindicato lo despidió en redes sociales con el poema Taberna y otros lugares del revolucionario salvadoreño Roquel Dalton.
La embajada volvió a quedar en silencio, pero afuera, en la calle, la discusión sigue en medio de un proceso judicial que busca disolver al sindicato que durante años se creyó todopoderoso, capaz de paralizar vías durante días y promover huelgas que impactaron al país.