Migrantes extracontinentales deportados desde Estados Unidos a Panamá por el gobierno de Donald Trump recibieron esta semana una extensión de seis meses en sus permisos humanitarios.
La medida beneficia a unas 50 personas originarias de África y Asia que permanecen en albergues como el de Fe y Alegría, así como en hoteles de la localidad, tras haber sido retornadas en vuelos coordinados con el gobierno panameño en febrero de este año. Estas personas habían recibido un permiso humanitario por 90 días, el cual vencía este viernes, 6 de junio.
Voceros de organizaciones humanitarias señalaron que esta prórroga representa un alivio temporal, pero insistieron en la necesidad de establecer una solución migratoria estable que les permita rehacer sus vidas, acceder a trabajo formal y garantizar el respeto de sus derechos básicos.

Inicialmente, en tres vuelos llegaron 299 personas. Sin embargo, algunas regresaron a sus países de origen, mientras que otras decidieron, por su propia voluntad, continuar su ruta nuevamente hacia Estados Unidos, pese a las medidas establecidas por la administración de Trump y a que ya habían sido deportadas por ese país de América del Norte.
La experiencia
Marco Gómez, director del albergue Fe y Alegría, describe como “distinta” la experiencia de los migrantes extracontinentales deportados por Estados Unidos y ahora alojados en Panamá. “Ellos se sienten muy bien tratados”, asegura, aunque también destaca la confusión legal en la que han quedado atrapados tras su retorno forzoso.
“Lo que les cuesta comprender es el embrollo legal en el que se vieron indefectiblemente involucrados, en contra de su voluntad o sin haberlo pensado de esa manera”, explicó. La situación, según Gómez, fue consecuencia directa de un acuerdo entre los gobiernos de Panamá y Estados Unidos, cuyas repercusiones no fueron previstas en su totalidad.

Desde su perspectiva, el religioso considera que la respuesta del Estado panameño ha tenido un componente humanitario valioso. “El gobierno está mostrando una buena voluntad, y en nombre de todas las personas que están todavía acá en el país, se agradece el gesto”, dijo.
La reciente decisión de extender por seis meses los permisos humanitarios a los migrantes fue recibida con alivio, pero también con incertidumbre sobre el futuro. Gómez sostiene que este tipo de medidas debe evolucionar hacia soluciones más estables: “Ojalá que se asegure de mejor manera el futuro inmediato de estas personas”.
Aunque el plazo extendido representa un respiro temporal, el director de Fe y Alegría advierte que aún no se ha logrado una solución definitiva. “Lo ideal sería no estar de extensión en extensión, sino que esto abriera la puerta a una legalización, a una regularización migratoria”, insistió.
Gómez también sugirió que el gobierno explore alternativas en colaboración con terceros países, para demostrar no solo buena voluntad, sino el compromiso real de resolver una crisis que afecta a cientos de migrantes provenientes de África y Asia.