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El Gato: ¿La solución al problema del agua en Azuero?

El Gato: ¿La solución al problema del agua en Azuero?
La región de Azuero enfrenta una crisis de agua a raíz de la contaminación del río La Villa y Estibaná. Cortesía

No, no me refiero al felino doméstico. Se trata del río El Gato, donde ya existe una propuesta para evaluar la construcción de un reservorio multipropósito. Este afluente del río La Villa, nace en las cercanías de la Reserva Forestal El Montuoso, un pulmón verde esencial para la estabilidad ecológica de la región. Su cobertura boscosa regula el ciclo del agua, previene la erosión y mantiene la calidad de los caudales que alimentan la cuenca del río La Villa, fuente vital para miles de familias en Azuero.

El sitio de presa sobre el río El Gato fue identificado durante los estudios de reservorios multipropósito solicitados en 2016 por el Ministerio de Ambiente a la Autoridad del Canal de Panamá. El diseño conceptual plantea una presa de gravedad de 65 metros de altura, con un área de influencia directa de 749 hectáreas y un volumen útil de 153 hectómetros cúbicos, capaz de aportar 3.2 metros cúbicos por segundo de agua. En palabras simples: un embalse con músculo suficiente para asegurar agua de calidad para el abastecimiento de la población, riego agrícola y control de inundaciones.

La cuenca del río La Villa, sin embargo, atraviesa hoy una situación crítica. Su degradación es producto de múltiples factores que se entrelazan: deforestación, ganadería extensiva, uso indiscriminado de agroquímicos, vertido de aguas residuales, mala disposición de basura y el impacto directo de la porcicultura. Además, el uso no planificado del suelo, la extracción ilegal de aguas, la caza furtiva y la pérdida de biodiversidad agravan el problema, junto con la insuficiencia de cultura ambiental en la región. A esto se suma el cambio climático que intensifica tanto las sequías como las crecidas.

La gobernanza del agua tampoco escapa a la complejidad. Existen múltiples instituciones con competencias parciales, marcos normativos que se solapan y una débil coordinación entre actores locales. El resultado es una gestión fragmentada que dificulta una respuesta integral al deterioro de la cuenca.

Las consecuencias son evidentes: aumento de la turbidez, erosión, sedimentación, presencia de materia orgánica y microorganismos patógenos. Estos contaminantes llevaron incluso a prohibir el consumo del agua proveniente de potabilizadora locales, afectando directamente a miles de habitantes.

Azuero es una región eminentemente agrícola y pecuaria. Según datos del INEC y de MIDA, las provincias de Los Santos y Herrera concentran casi el 100% del cultivo del tomate industrial del país, el 94% del maíz mecanizado, el 77% del melón, el 41% del ganado porcino y el 20% del vacuno. Este nivel de producción demanda enormes volúmenes de agua, lo que agrava la presión sobre los recursos hídricos disponibles.

En los últimos meses se han impulsado medidas importantes: sanciones a quienes contaminan, rehabilitación de plantas de tratamiento, mejor manejo de vertederos, desinfección de redes de acueducto y campañas de reforestación. También se han promovido prácticas más sostenibles en la porcicultura y una mayor conciencia ambiental. Actualmente se desarrolla un proceso de desinfección progresiva de las tuberías que inició en Llano de Piedra y continuará en Macaracas, Chitré, La Villa de Los Santos, Guararé y Las Tablas. Se estima que para enero de 2026 las potabilizadoras y tuberías volverán a suministrar agua apta para el consumo de la población, tras ocho meses de restricciones.

Pero estas acciones, aunque valiosas, no bastan. La próxima estación lluviosa, prevista para mayo de 2026, traerá consigo nuevas crecidas y retos. La pregunta es inevitable: ¿estaremos realmente preparados para enfrentarlas? Si no se adoptan soluciones estructurales, los problemas volverán con cada ciclo climático.

Por eso, además de las medidas tomadas, se requiere avanzar hacia una estrategia de largo plazo. Y ahí entra nuevamente El Gato. Este reservorio multipropósito no solo almacenaría agua para tiempos de sequía, sino que también serviría para regular caudales, mitigar inundaciones y mejorar la seguridad hídrica de toda la cuenca. Además, su construcción permitiría fortalecer la gobernanza del recurso mediante una gestión más integrada y sostenible.

La presa El Gato sería una inversión estratégica para garantizar el desarrollo futuro de Azuero, su producción agropecuaria y la calidad de vida de su gente. En lugar de ver el proyecto como una obra más, deberíamos entenderlo como un símbolo de planificación, prevención y unidad en torno al agua: un recurso que, bien manejado, puede ser el verdadero motor de progreso para la región.

Tal vez el gato no tenga siete vidas, pero si se construye bien, esta presa podría darle una nueva vida a Azuero.

El autor es ex Vicepresidente de Ambiente, Agua y Energía de la Autoridad del Canal de Panamá


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