Oscar Piastri firmó su primera gran victoria en Fórmula 1 tras una actuación impecable, con Lando Norris y Charles Leclerc completando el podio. Pero toda la atención se la llevó Max Verstappen, no precisamente por lo bueno.
El neerlandés tenía la carrera bajo control durante buena parte del día. Incluso después de ceder posición frente a Norris, su ritmo y estrategia le permitían soñar con un tercer puesto asegurado. Pero el muro de Red Bull, casi infalible, se equivocó justo al final: tras un Safety Car, le montaron neumáticos duros para un sprint de apenas seis vueltas. Un sinsentido.
El resultado fue catastrófico. Verstappen, frustrado y desatado, cometió error tras error: una maniobra agresiva contra Russell acabó en toque, penalización de 10 segundos y caída libre hasta el décimo lugar. Lo que pudo ser un podio, terminó en desastre. Y en una jornada donde se reparten puntos como oro, el campeón dejó escapar demasiados.
Mientras tanto, Fernando Alonso protagonizó su propia hazaña. Desde atrás y con una salida complicada que lo dejó descolocado, el asturiano tiró de garra para firmar un noveno lugar que supo a victoria en su circuito. Con un Aston Martin peleón, se lució con varios adelantamientos —incluidos un par sobre Sainz— y, gracias a la sanción a Verstappen, sumó sus dos primeros puntos del año ante una grada entregada.
Sainz, por su parte, vivió una pesadilla. Un toque en la primera vuelta le dañó el alerón, su motor se sobrecalentó y su carrera terminó condenada desde el inicio. Terminó 14º en una jornada para el olvido.
Y entre todo eso, un dato: 130.000 aficionados llenaron las gradas del Circuit de Barcelona-Catalunya. Se fueron con la sonrisa de Alonso, el drama de Verstappen y el brillo de Piastri. Qué más se puede pedir.