Todo aquel que ha tenido la bendición de tener en su poder un auto europeo durante un periodo considerable de tiempo, sin importar que tan lujoso o que tan nuevo sea, podrá dar testimonio de lo excelentes que son.
Balanceados, ni muy duros ni muy suaves, con buena potencia, refinados en sus interiores, por más “base” que sean. Y los precios, seamos sinceros, no son tanto más costosos que los japoneses, por un producto un poco superior.
Sí, yo doy testimonio de esto, con dos carros europeos de diferentes marcas en mi corta historia tras el volante, definitivamente buscaría un tercero para mi siguiente opción.
Lo que más me gusta es que aunque al final del camino estos autos ofrecen un bajo retorno gracias a sus pésimos precios de reventa, durante su periodo de vida (digamos 10 años), es muy raro que se dañen y pidan constantes visitas al taller, después que se mantenga un mantenimiento correcto.
Pero, existe un detalle, que parece aterrar a los consumidores. Por algún motivo que jamas comprenderé, al momento que estos autos sufren un problema es un verdadero dolor de cabeza buscar piezas. Y los que han tenido autos europeos no me dejarán mentir.
Lo que más me intriga es que los concesionarios no parecen entender que esto espanta a sus potenciales clientes, que muchas veces se interesan, pero por estos detalles de posventa prefieren buscar otra opción. Y si lo entienden parece que es más fácil hacerse los “locos” y sacrificar a sus fieles seguidores.
Hace poco, una amiga me hablaba de comprar un auto subcompacto de marca europea, la cual me reservaré, pero en lo personal me parece una gran opción, es diferente, atractivo, poco común, a un precio muy competitivo. Cuando ya la tenía convencida me dice “pero esos carros europeos son un problema”, hasta aquí llego la conversación y retomó su proyecto asiatico de auto.
La verdad es que es un problema, me ha pasado, y más de una vez he perdido un día entero buscando una pieza para terminar rendido a manos de una compra por internet, mientras mi auto descansa herido en la cochera.
No les digo esto para que tengan miedo, todo lo contrario, si realmente disfrutan de los autos, les recomiendo que tengan uno alguna vez que sea europeo, solo así entenderán el placer que estos brindan. Pero sí, hablen con sus concesionarios, el mejor arma es la voz del cliente, no abandonen el área de repuestos insatisfechos sin hablar con el gerente.