Los Dodgers de Los Ángeles del 2025 entraron en territorio reservado para los equipos legendarios.
El jonrón de Will Smith en la undécima entrada sentenció una victoria 5-4 sobre los Azulejos de Toronto y selló el bicampeonato de la Serie Mundial, el primero que se registra en las Grandes Ligas desde los Yankees de Nueva York entre 1998 y 2000. Ninguna novena de la Liga Nacional lo lograba desde los Rojos de Cincinnati en 1975 y 1976.
Los Ángeles también remontó desventajas de 3-0 y 4-2, además de sobrevivir a una novena entrada de bases llenas que mantuvo a todo el Rogers Centre conteniendo el aliento.
El duelo estuvo cargado de giros dramáticos. Toronto tomó la delantera en la tercera entrada con un jonrón de tres carreras de Bo Bichette ante Shohei Ohtani, quien abrió con apenas tres días de descanso tras haber perdido el tercer juego.
Los Dodgers respondieron con elevados de sacrificio de Teoscar Hernández y Tommy Edman, pero Andrés Giménez volvió a estirar la ventaja para los locales con un doble impulsor en el sexto episodio.
El relevo de los Dodgers mantuvo la diferencia al mínimo y eso abrió la puerta para el primer gran golpe de la noche. Max Muncy acercó a los Dodgers con un jonrón en la octava y, en la novena, Miguel Rojas empató el partido con un cuadrangular ante el cerrador Jeff Hoffman, forzando los extra innings.

El suspenso alcanzó su punto máximo en el cierre de la novena. Con dos en base, Blake Snell fue relevado por Yoshinobu Yamamoto, quien golpeó a Alejandro Kirk y llenó las bases. El cuadro interior jugó adelantado y Rojas logró forzar el out en home. Acto seguido Andy Pagés atrapó de espaldas y contra la franja la línea de Ernie Clement.
Ya en la undécima, Smith conectó de forma solida y lo envió al bullpen de Toronto, dando a los Dodgers su primera ventaja de todo el juego 7. Yamamoto, que había lanzado 96 pitcheos el viernes, volvió al montículo para completar dos entradas y dos tercios y embolsarse su tercera victoria de la serie, cerrando una gesta de resistencia.
Con su noveno título —y tercero en seis años— los Dodgers reclaman con argumentos la etiqueta de dinastía que en este año los obligaba a ser campeones con un equipo de ensueño con lanzadores de la talla de Ohtani, Glasnow, Snell y Yamamoto.



