Desde el escondido pueblo de Salamanca, en la provincia de Colón, hasta las costas mediterráneas del sur de Francia, la historia de Michael Amir Murillo se cuenta como un ejemplo vivo de lo que se puede lograr con determinación, humildad y compromiso.
Se los digo... hemos sido privilegiado al poder ver su carrera desde el Muquita Sánchez hasta el Velodrome.
¿Y que hace especial a Amir? No es solo su capacidad para marcar diagonales, anticipar jugadas o lanzarse al ataque con la confianza de un extremo. Amir es distinto porque encarna un tipo de futbolista que escasea: el que habla poco y actúa mucho. Fuera de su círculo cero, no lo verás diciendo grandes discursos ni buscando titulares. Su forma de expresarse es tranquila, correcta, casi serena. Pero una vez suena el pitazo inicial, el lenguaje cambia. Ahí habla con sus cierres, con su empuje por la banda, con cada cruce quirúrgico que arranca un aplauso o un suspiro de alivio.
Podría decirse que no fue el más talentoso de su generación, y quizás no estaría equivocado. Su camino no fue el de los chicos que brillan desde temprano en el Árabe Unido de Colón. Su historia tomó otro rumbo, en La Chorrera, y por poco en Costa Rica con el Saprissa, antes de afianzarse en casa con el San Francisco. Desde ahí, la línea ascendente ha sido constante: MLS con el New York Red Bulls, Europa con el Anderlecht en Bélgica y, más recientemente, Olympique de Marsella, donde acaba de ser elogiado por Roberto De Zerbi, técnico, como “un líder”.
Y es que eso es lo que es Amir: un líder que no necesita gritar para que los demás lo sigan. Lidera con disciplina, con puntualidad, con la seriedad con la que se toma cada entrenamiento, cada partido, cada decisión profesional.
Cuando uno repasa sus diez años como profesional —sí, ya ha pasado una década— es imposible no detenerse en aquel momento que pudo cambiarlo todo. El 19 de mayo de 2015, sufrió una distensión Grado 3 del ligamento colateral medial en la rodilla derecha. Esa lesión le costó el sueño de disputar el Mundial Sub-20 con Panamá. En una entrevista reciente confesó que pensó en dejar el fútbol. ¿Qué hubiese pasado si no hubiese encontrado apoyo en ese momento? ¿Si no hubiese tenido la fortaleza emocional para seguir?
A quienes estuvieron con él entonces, solo puedo darles las gracias. Gracias por sostener a ese joven que aún no era figura pero ya tenía madera de grande. Porque gracias a eso, hoy tenemos no solo a un lateral de clase mundial, sino a un ejemplo de perseverancia para los niños y jóvenes panameños.
Diez años después, Amir se prepara para su segunda gran recompensa. La primera fue, sin duda, ser titular en el histórico debut mundialista de Panamá en Rusia 2018. La segunda está a la vuelta de la esquina: jugar en la próxima edición de la UEFA Champions League.