Pateando la mesa: De Chiclayo a Chitré con fe y pasión

Cuando se piensa en Chitré lo primero que viene a la mente es su gente cálida, sus tradiciones vivas y su profunda devoción cristiana.

Cuando se piensa en Chiclayo, al norte del Perú, resalta su pasión por el fútbol, su fervor popular y su hospitalidad generosa. A primera vista, son ciudades separadas por miles de kilómetros.

Pero si uno mira más profundo, encuentra un puente invisible que las une: la historia compartida entre dos hombres que marcaron ambas tierras con fe y pasión, Luis Tejada y Robert Francis Prevost, ahora Papa León XIV.

Uno fue el goleador que encendió los estadios con su potencia; el otro, el pastor que encendió corazones con su humildad. Ambos, en distintas épocas, vivieron momentos cruciales en Chiclayo. Tejada llevó al Juan Aurich a jugar la Copa Libertadores; Prevost, desde su rol como obispo, construyó redes de esperanza en medio de la adversidad. Pero lo que pocos saben es que sus huellas también quedaron marcadas, años después, en una ciudad muy distinta pero igualmente fervorosa: Chitré, la ciudad donde “nadie es forastero”.

Esa frase, más que un eslogan, es un reflejo del espíritu chitreano. Y tanto Tejada como Prevost lo vivieron en carne propia.

Prevost, como sacerdote agustino, visitó Panamá en numerosas ocasiones, y en su agenda, Chitré siempre fue una parada obligada.

Ahí se realiza cada año el Encuentro de Renovación Juvenil (ERJ), un evento que convoca a miles de jóvenes de todo el país y de la región, ávidos de fe, reflexión y comunidad. Prevost no iba como figura distante; llegaba con una sonrisa, con paciencia para escuchar, con palabra sencilla pero profunda. Los jóvenes lo recuerdan caminando entre ellos, compartiendo no solo doctrina, sino humanidad. En ese ambiente cargado de energía juvenil, él entendía que la renovación espiritual también se construía desde la cercanía. Y en Chitré nunca fue un forastero.

Años después, en 2021, Luis Tejada haría su propio regreso a tierra firme. Luego de una extensa carrera internacional, que incluyó el éxito rotundo con el Aurich, “Matador” volvió a Panamá para vestir los colores de Herrera FC. Muchos pensaron que su carrera ya estaba en la curva final. Tejada respondió como siempre: en la cancha. Lideró a los “Tiburones” hasta la final del Torneo Clausura 2021. No fue solo un fichaje mediático; fue un acto de inspiración. Los niños de Herrera ya no solo soñaban con ser peloteros; ahora querían ser goleadores como Tejada.

Así, Chiclayo y Chitré se unieron por la historia de estos dos hombres. Uno que llegó como extranjero a Perú y se convirtió en símbolo de fe; el otro, que tras años en el extranjero, volvió a casa y se convirtió en leyenda local. Ambos conectaron con la gente sencilla, con los barrios humildes, con los jóvenes sin rumbo y con los que necesitaban creer en algo —o en alguien—.

Hoy, Prevost es Papa León XIV, y su elección ha sacudido con alegría a quienes lo vieron de cerca en Perú y en Panamá. Mientras tanto, Tejada, aunque ya partió físicamente, sigue presente en cada niño herrerano que patea una pelota en las canchas del interior. Lo que ellos sembraron —uno con el Evangelio y otro con el balón— son semillas que hoy florecen en dos ciudades que, sin saberlo, compartieron parte del mismo destino.


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