La selección del proyecto hídrico de río Indio como alternativa al desafío del agua para el consumo humano y las operaciones del Canal de Panamá no fue al azar.
Según John Langman, vicepresidente de Proyectos Hídricos de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), la decisión se basó en al menos 18 alternativas evaluadas, y entre ellas, la opción de trasvasar agua del embalse de Bayano —ubicado al este del país— fue descartada por múltiples razones de peso que hoy la colocan fuera del escenario viable.
Los obstáculos de Bayano
El primer gran problema del proyecto de Bayano es su altísimo costo económico. Estudios actualizados estiman que su ejecución requeriría unos 4,000 millones de dólares, sin incluir los gastos operativos anuales de aproximadamente 200 millones por el bombeo constante de agua. En contraste, el proyecto del reservorio en río Indio tendría un costo estimado de 1,500 millones de dólares.
Esta diferencia —Bayano resulta unas 2.7 veces más costoso— fue un factor clave al momento de evaluar su viabilidad, ya que río Indio representa una opción más eficiente desde el punto de vista económico para garantizar el abastecimiento de agua a largo plazo.
Según Langman, la alternativa de trasvasar agua desde Bayano hacia el lago Gatún implicaría una dependencia permanente de energía para el bombeo, mientras que el proyecto de río Indio permitiría el flujo por gravedad, reduciendo así costos operativos y la complejidad técnica.

Pero el impacto no solo es económico. Bayano traería consigo consecuencias urbanas, sociales y logísticas severas. El proyecto requeriría abrir zanjas de cinco metros de profundidad a lo largo de 110 kilómetros por donde pasaría la tubería, atravesando zonas densamente pobladas de la ciudad capital. Eso afectaría a unas 450 calles, incluyendo avenidas principales como el corredor Norte, zonas pagas del Metro y comunidades completas.
Además, se estima que unas 600 propiedades comerciales y residenciales tendrían que ser expropiadas o reubicadas. Cerca de medio millón de personas que residen para esa zona verían alterado su tránsito diario por obras que incluirían grúas, excavaciones y grandes tuberías de tres metros y medio de diámetro.
Río Indio, una opción sostenible y viable
Frente a este panorama, río Indio sobresale como una alternativa más lógica. Además de un costo más bajo, su trasvase de agua hacia el lago Gatún se haría por gravedad, sin necesidad de consumo energético adicional. Legalmente también es viable porque río Indio forma parte de la cuenca hidrográfica del Canal, lo que le otorga a la ACP autoridad para desarrollar proyectos allí, cosa que no ocurre con Bayano.

Desde el punto de vista social y ambiental, aunque río Indio implica reasentar a algunas comunidades, el proyecto contempla un enfoque participativo, programas de desarrollo rural, titulación de tierras y construcción de infraestructura como escuelas, centros de salud y caminos de acceso. En contraste con Bayano, donde los daños urbanos y sociales serían masivos, río Indio ofrece oportunidades de desarrollo local y creación de empleos durante su fase constructiva para residentes del área, reflexionó Langman.
Una urgencia nacional
Langman fue claro sobre la necesidad del recurso hídrico: el consumo de agua de la población ha aumentado y al mismo tiempo el Canal necesita garantizar la disponibilidad del recurso para ofrecer el servicio de tránsito de buques al comercio mundial.
En ese sentido, añadió que con los crecientes consumos humanos, la operación del Canal y el cambio climático como factores de presión, el país no puede permitirse errores estratégicos. Apostar por una obra inviable como Bayano sería, en palabras de Langman, “un subsidio al comercio global a costa de la sociedad panameña”. Río Indio, aunque desafiante, dijo, ofrece un camino posible, responsable y con beneficios compartidos.

Estatus del proyecto
El proyecto del reservorio de río Indio avanza en paralelo en sus componentes sociales, ambientales y técnicos. Desde septiembre de 2023 se desarrolla una línea base socioeconómica en la zona de influencia, que incluye censos detallados sobre el estilo de vida, condiciones de vivienda y dinámica comunitaria de las familias que podrían ser reasentadas.
Esta etapa culminará con la entrega del informe final, dando paso a plataformas participativas y acuerdos individuales de reasentamiento, proceso que se calcula en aproximadamente 18 meses. En paralelo, se elaboran las especificaciones técnicas del proyecto.
Según Langman, el contrato de diseño y construcción se espera licitar a finales de 2026 para ser adjudicado a inicios de 2027. La construcción de la obra civil se proyecta entre 2027 y 2031.
Para esa fecha, finales de 2031 o principios de 2032, se estima que el embalse podría empezar a trasvasar agua al lago Gatún. En su punto más alto, la construcción generará entre 1,000 y 1,500 empleos, además de obras complementarias como la construcción de nuevas escuelas, centros de salud, viviendas y caminos, que mejorarán la infraestructura y calidad de vida de las comunidades de ese sector del país.