Sueño guajiro

"Que se abran las fronteras para permitir que los trabajadores latinoamericanos entren libremente al país. "Que se abran", contestaban a coro los congresistas, encabezados por Tom Tancredo, un congresista de Colorado que pasó, milagrosamente, de acérrimo enemigo de los inmigrantes a abogado de la causa pro-inmigrante.

"Que el azúcar de América Central endulce nuestras desabridas vidas", decía el presidente con voz que se levantaba por encima del ensordecedor aplauso de los representantes de Florida y Hawai.

Con emoción, el presidente prometía acabar con los subsidios a la industria agrícola nacional. "Solo así seremos justos con los esforzados trabajadores del campo en el cono sur", y los representantes de California, conmovidos, lloraban en silencio.

Sin salir de mi letargo, yo me preguntaba: "¿Qué motivó este cambio de actitud del presidente?".

Y los cínicos me respondían, "en la primera semana de abril la firma encuestadora Zogby International publicó un sondeo que indica que la mayoría de los hispanos entrevistados dicen estar descontentos con las políticas del presidente hacia América Latina. Además, según Zogby, nueve de cada 10 votantes hispanos dicen que la política estadounidense hacia América Latina es importante o muy importante para ellos. Esto obliga al presidente a repensar su política exterior para complacer a los hispanos y ganar su voto en noviembre".

Yo, que llevo tres décadas ejerciendo el periodismo en Estados Unidos, me quedé sorprendido pues nunca había oído que la política exterior de Estados Unidos hacia América Latina fuera una prioridad en la agenda de los hispanos. Sabía sí que la creación de trabajos, la ampliación de los servicios de cuidado de la salud, las mejoras a la educación eran temas importantes para la comunidad, pero no la política exterior.

"No solo eso", me decían unos colegas en mi sueño, "la comunidad con la que Zogby habló no se parece nada a la que tú conoces. En un abrir y cerrar de ojos se volvió próspera, universitaria y habla en inglés: Casi el 70% de los entrevistados gana más de 35 mil dólares anuales; el 75% tiene algo de educación universitaria; solo el 19% habla español en casa.

Cuando llegué a este punto me caí de la cama, al tiempo que me preguntaba, ¿qué información válida obtengo cuando les pregunto a personas de origen latinoamericano si les parece importante la política de Estados Unidos hacia América Latina?

De pronto el realismo me inundó. ¿Dado que el índice de desaprobación de la política de George W. Bush hacia Latinoamérica es tan alto (según Zogby, 57% combinando regular y malo), se puede inferir que el candidato presidencial que aspire al voto hispano debería insertar a América Latina como prioridad en la agenda de política exterior nacional?

No lo creo. En el mundo real, no en el soñado, en este momento histórico de emergencia nacional la seguridad del país es la base en la que se sustenta su política exterior. Desde mi perspectiva, estos son los puntos centrales de la agenda de política exterior estadounidense:

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