Sentado en su despacho con vistas al mar Negro, Tayfun Denizer explica que sus truchas arcoíris, criadas en jaulas sumergidas que señala a lo lejos, lo hicieron rico.
“Nuestras exportaciones pasaron de 500,000 dólares en 2017 a 86 millones de dólares el año pasado, y esto es solo el comienzo”, asegura a la AFP el joven director de Polifish, uno de los principales productores de este pez en el mar Negro, comercializado bajo el nombre de “salmón turco”.
Hace diez años su producción apenas comenzaba. Destinada casi exclusivamente a la exportación, creció conforme la demanda mundial de salmón iba aumentando, a pesar de las críticas hacia la acuicultura intensiva.
Más de 78,000 toneladas de esta trucha, criada en las frías costas del norte de Turquía, fueron exportadas en 2024, dieciséis veces más que en 2018.
Este negocio generó más de 430 millones de euros (unos 495 millones de dólares) anuales para los productores turcos, cifra en crecimiento aunque aún modesta frente a los 11,000 millones de euros en exportaciones que lograron en 2024 los gigantes noruegos del salmón y la trucha.
Rusia, que desde 2014 prohíbe la importación de salmón noruego como respuesta a las sanciones occidentales impuestas tras la anexión de Crimea, fue el destino el año pasado del 74.1% de las exportaciones de “salmón turco”, seguido de Vietnam (6%), Bielorrusia, Alemania y Japón.
“Con Rusia hay un mercado disponible y de fácil acceso, cercano a Turquía”, destaca Stale Knudsen, antropólogo de la Universidad de Bergen (Noruega) y especialista en pesca en el mar Negro, para quien el “éxito espectacular del salmón turco” también se debe a la experiencia adquirida en la cría de lubina y dorada, sectores en los que Turquía es líder europeo.
Los criadores turcos de salmón también se beneficiaron de los innumerables lagos de represa del país, donde los peces crecen antes de ser trasladados al mar Negro. Allí la temperatura del agua, inferior a 18ºC de octubre a junio, les permite alcanzar entre 2,5 y 3 kg al momento del sacrificio.
“Nuestro salmón es más barato que el noruego, aproximadamente entre 15% y 20%”, afirma Ismail Kobya, subdirector general de Akerko, peso pesado del sector que exporta principalmente a Japón y Rusia.
“Las especies son diferentes, pero en cuanto a sabor, color y textura, nuestro pescado es superior al salmón noruego. Nuestros clientes japoneses lo confirman”, asegura desde la sede de Akerko, cerca de Trabzon (noreste).