El Jueves Santo se conmemora la Última Cena de Jesús con sus discípulos, un momento clave en la fe cristiana que da paso a una de las tradiciones más famosas de la Semana Santa en España, la Madrugá de Sevilla.

La Madrugá tiene sus raíces en las procesiones nocturnas que comenzaron a consolidarse en la segunda mitad del siglo XVI. Lo que es una noche de fervor y recogimiento, nació como una expresión profundamente espiritual del pueblo andaluz que buscaba acompañar en vigilia los momentos más intensos de la Pasión de Cristo.

Según documenta el ABC de Sevilla, una de las primeras hermandades en salir de madrugada fue El Silencio, fundada en 1340 y reorganizada en 1564 y poco a poco así se fueron sumando otras hermandades.

El simbolismo del horario no es casual. Estas hermandades decidieron procesionar entre la noche del Jueves Santo y la madrugada del Viernes Santo porque, según los evangelios, es el tiempo en que Jesús fue traicionado, apresado, juzgado por el Sanedrín y conducido ante Poncio Pilato.


Sin embargo, la historia de la Madrugá no estuvo exenta de obstáculos. En 1777, el rey Carlos III decretó que las procesiones no podían realizarse durante la noche, por razones de orden público y seguridad.

Esta normativa obligaba a las hermandades a salir al alba, eliminando la esencia nocturna de la Madrugá. A pesar de ello, el fervor popular prevaleció, y con el paso de los años, las cofradías recuperaron sus horarios tradicionales, según reporta ABC.


Fue a finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando se consolidó el formato actual, con seis hermandades que hasta el día de hoy procesionan en las calles de Sevilla.
