El artículo 156 de la Constitución no deja espacios que llenar: los diputados suplentes no pueden aceptar un empleo remunerado en el gobierno. No es debatible, no es opinable, no es interpretable. Es clarísimo: su único rol es suplir al principal, y por tanto, solo pueden cobrar cuando lo suplen. Y eso lo sabían todos los diputados suplentes desde que corrieron, porque de nuevo: está en la Constitución. Y no solo eso: dos fallos de la Corte lo han reiterado. Uno en 2004 y otro en 2016. Ambos dicen que debe quedar claro que mientras el suplente no ocupe la curul como diputado, no desempeña funciones públicas y no puede mantener beligerancia en las sesiones, ni mucho menos en otras actividades legislativas. Traducción: de nuevo, el suplente no puede ser funcionario. Y sin embargo, aquí estamos. 60 suplentes ya han actuado como tales, y más de 50 están nombrados como asistentes técnicos parlamentarios. ¿Qué significa eso? Que están cobrando.
Esto no se corrige reglamentando nada ni inventando nuevas leyes. Eso se corrige cumpliendo la Constitución. Y si aceptaron un empleo remunerado en el gobierno, entonces la curul está vacante. Se acabó. La ley es dura, pero es la ley. No hay tutía. Y cuando hay contradicción, la Constitución siempre mata reglamentos, acuerdos de bancada y torcimientos disfrazados de interpretación legal. Entonces salen los partidos —todos— a justificar. Que si trabajan, que si son útiles… A ver: aunque trabajen, no pueden. Punto. No se trata de si trabajan o no, sino de que la Constitución lo prohíbe. Y que un diputado —principal o suplente— no cumpla con la Constitución, es simplemente inaceptable. Y encima nos quieren marear. Siempre con la interpretación conveniente y la excusa vacía. Hasta Vamos, el supuesto bastión moral, cayó en lo mismo. Se llenaron la boca diciendo que eran distintos, que eran los guardianes de la decencia, y salieron con un reglamento para disfrazar el incumplimiento. Y sí, decidieron sacar de la bancada a tres suplentes que estaban nombrados en la planilla de la Asamblea: Yamileth Rodríguez, Moisés Wilson y Carlos Ho. Pero dejaron a José Andrés González, que también está nombrado. ¿Por qué? Quién sabe. Pero además, no son solo esos cuatro: dejaron nombrados a todos los que tienen en la planilla de sus despachos. Igual que los partidos. Y el silencio de Vamos no es nuevo. ¿Dónde estaban cuando lo del famoso panty de Walkiria? Callados. ¿Dónde están ahora con lo de los suplentes? Callados también. Pero eso sí, les molesta que los critiquen, y no quieren que Mulino los llame chiquillos. Pero si actúan como pelaitos de escuela, ¿qué esperan? Esto es sencillo: si quieren trabajar como asistentes parlamentarios, que renuncien a la suplencia. Así pierden la curul, pero pueden cobrar su salario y hacer su trabajo. Y también pierden los beneficios de ser suplentes, como ser investigados por la Corte, por ejemplo. Porque si son suplentes, solo cobran cuando el principal no va. No hay forma de que cobren los dos. O son diputados suplentes o son asistentes parlamentarios. No pueden tener lo mejor de los dos mundos. Y ojo, Vamos no es igual a los demás partidos. Pero estas cosas dan señales. Y no son buenas. Antes de ofenderse por las críticas, mejor escuchen. Porque ustedes nos vendieron otra cosa.