Brunch dominical

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Los hermanos Martinelli Linares se encuentran detenidos en Estados Unidos. Archivo


Al armar un rompecabezas, casi siempre hay fichas que parecen estar fuera de lugar. Pero a medida que se va ensamblando, el propio juego empieza a indicar dónde encajan aquellas piezas que parecían ser ajenas. Algo parecido sucede con el esquema de sobornos en el que participaron Luis y Ricardo Alberto Martinelli Linares. A casi dos semanas de la lectura de la sentencia que les impondrá el juez Raymond Dearie, se develan aspectos que hasta ahora parecían residir en el reino de la especulación.

Por ejemplo, la información divulgada indicaba que la cantidad de sobornos relacionados con Odebrecht se limitaba a $28 millones. La divisa es un factor importante, porque precisamente esa es la moneda del país que hoy los procesa. Sin embargo, mientras ellos se encontraban blanqueando en el sistema financiero estadounidense, empezaron a recibir cuestionamientos de los bancos, por lo que decidieron desarrollar un esquema paralelo, mediante la apertura de cuentas basadas en euros, a nombre de compañías fantasmas. Con esta maniobra dejaron fuera de la ecuación al sistema financiero y la moneda estadounidense. ¿Cuánta plata recibieron usando el nuevo esquema? El viernes pasado, los fiscales revelaron que son $30 millones adicionales, que no están contabilizados en el indictment de Estados Unidos. ¿Están contados en Panamá? ¿O Panamá solo cuenta lo que está en Estados Unidos? Cualquiera imaginaría que, ante la gravedad de esta información, la fiscal Tania Sterling está empacando para acudir a Nueva York, pero no. Bueno, sí empaca, pero para ir a Colón. ¡Colón! ¿Acaso este asunto ya dejó de ser importante para el país?

Otra ficha del puzzle cuyo contorno está bastante claro es la que tiene el rostro del famoso “familiar cercano” que ejerció un “alto cargo en el gobierno de Panamá”. La fiscalía le contó al juez que el primer contacto de los retoños con un ejecutivo de Odebrecht ocurrió “inmediatamente después de la elección del oficial del gobierno de Panamá”. Eso parece darnos, de por sí, la identidad del “familiar”, porque solo una persona fue proclamada en esos comicios, a nivel presidencial. Para reforzar esa “ronda de reconocimiento”, la fiscalía señala que los hermanos pusieron en contacto al ejecutivo de Odebrecht con los “ministros claves designados por el oficial del gobierno panameño”, que tendrían los contratos de interés para la constructora.

El propósito de las últimas comunicaciones cruzadas entre la defensa y la fiscalía ha sido el de proveer al juez información que sirva para decidir la pena. Mientras que la defensa presentó cartas de un club de friends and family, hablando de lo bueno que son y lo arrepentidos que están, la fiscalía se refirió a aspectos mas específicos, como la congruencia (o falta de ella) en las insistentes declaraciones de arrepentimiento de estos señores. Mientras ellos se dibujan a sí mismos como personas que lamentan haber estado casi circunstancialmente en medio de tanto soborno, la fiscalía señala que al ingresar a la prisión de Guatemala, no fueron confinados en una celda común, sino en un apartamento, y que ese aposento no era exactamente un lugar de expiación de culpa. Todo lo contrario. Fue decorado por un profesional que no es cualquiera, sino precisamente aquel que hizo ese mismo trabajo en la mansión del familiar e incluso en el apartamento que tenía Luis en Miami, que es señalado por haber sido adquirido, por $1.3 millones, con los sobornos. Hasta ahora, el familiar cercano, alto funcionario, electo en 2009, etc… no ha dicho ni esta boca es mía. No es la actitud de un arrepentido.


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