Exclusivo Suscriptores

Confianza

Confianza
Imagen ilustrativa

La Medicina no está blindada contra la estafa y las repercusiones de ello son de vida o de muerte. La prudencia que recuerda el contexto de una frase, “Primero no hacer daño”, tiene en el método científico su mejor baluarte, en la práctica con evidencia probada, su mejor instrumento, en el respeto a la honradez con el enfermo, el pilar de una relación sana con el paciente. La Medicina está comprometida con la Ciencia y con la Verdad.

Hoy, no cualquiera es médico, y aún así, la densidad de médicos es de un apiñamiento tal, que delata una pobre criba pre-escolar y una divulgación sin licencia literaria y sin temor a la complacencia. La pobre criba resulta de una debilitada escultura ética, la divulgación sin licencia y sin temor, de una era donde todo se tiene que decir y todo se tiene que oír, para honrar un derecho, el derecho a la expresión.

A la calle regresan con una nota lograda de diferentes formas y una disciplina caquéctica, sin carácter, imitada por el ejemplo, no de antecesores sino de activistas de la popularidad, del espectáculo, que ha sobrevivido con la jovialidad, la revelación de la dentadura de los incisivos superiores, la energía del atleta, la sugestión y la arrogancia. Hoy, la mediocridad del médico -ese que aún no es mayoría- es altisonante, ensordece y hace daño.

Ignorar la evidencia probada para opinar en base a defectos de carácter, intereses personales, agendas ideológicas o, flotar en el vasto mar de elucubraciones alucinantes y recreaciones psicotrópicas recuerda al médico que su libertad, su derecho a ejercer la medicina, se ha tropezado de frente contra la confianza del paciente y, el “celo profesional”, que es el celo por la integridad del enfermo, no será por más tiempo un velo de su agravio a la ciencia.

El médico, entrenado para reconocer el método científico y que lo acerca o lo aleja de él, está obligado a divulgar el conocimiento generado por la evidencia. Es entonces necesario, para que el médico respete y honre su compromiso con la Ciencia, que el estudiante conozca el método científico, desde despertar interés por cuestionarse sus conocimientos, participar en el diseño de estudios y ensayos, en el reclutamiento de participantes, recolectar la data que vaya resultando y, de alguna forma, contribuir en las discusiones que se produzcan para alcanzar conclusiones y elaborar recomendaciones.

Este camino hecho durante los años de formación médica producirá investigadores, buenos clínicos y conciencia sobre el compromiso con la Ciencia y resuelve la creencia errónea de que la clínica y la investigación no pueden andar juntas porque tienen intereses distintos (el de la clínica, “el mejor interés del paciente”; el de la Ciencia, probar la evidencia mediante la investigación), que el interés prioritario es la salud de mi paciente cuando en salud pública el interés general antecede al individuo, o que la urgencia crítica de un paciente no se puede anteponer a la atención de ese otro, que espera y es mi paciente.

Estas últimas realidades revelan la desorientación ética de “paradigmas mitológicos”, como las llama Rosamond Rhodes, lo que da vigor para señalar que la Medicina necesita su propia ética y fortalece el compromiso de la Medicina con la Ciencia, que la enriquece con los descubrimientos que proveen evidencia. “Los pacientes confiados en la comunidad médica para apoyar la investigación científica que fundamenta la práctica basada en la evidencia”, traicionar esto es abandonar los compromisos de la Medicina y la confianza de los pacientes.

El otro compromiso de la Medicina es con la Verdad. Como señala Rhodes, obligados como estamos los médicos a respetar la autonomía del paciente, estamos igualmente obligados a honrar la verdad, a ser veraces. Ser veraces no significa no equivocarse; el riesgo de error disminuye si nos atenemos a la evidencia comprobada, a la ciencia y, cuando esto no sea posible, a la opinión de los expertos. Ser veraces es decir lo que se sabe, lo que se evidencia; es ser honestos al admitir: “lo desconozco”, cuando efectivamente se desconoce.

El consentimiento informado, por ejemplo, solo será informado cuando lo es integralmente informado. De otra forma, estamos sesgando la decisión del paciente hacia nuestro interés. Solo la verdad garantiza una decisión informada. Los pacientes desconfían de los doctores que no respetan su derecho a decidir, a tomar decisiones sobre su cuidado médico, una vez están bien informados. La Medicina y los médicos están comprometidos con la Verdad.

Muy lejos de la verdad están la confabulación con la mentira, el compromiso con el espectáculo, la popularidad, el escándalo, la autopromoción profesional, la manipulación que produce medias verdades.

Este compromiso con la Verdad le permite al paciente tomar sus decisiones médicas en consonancia con sus valores y, satisfecho el derecho a conocer la verdad, sus valores priorizan su decisión. Las responsabilidades del paciente, sus recursos, sus planos de vida, lo numeroso de su familia, entran todos en esa ecuación que termina con una opción, pero una opción justa solamente si se conoce la verdad de su condición, de su diagnóstico, de su pronóstico. Y, todo esto, es su propiedad que no puede herir al médico con mentiras ni engaños.

El autor es médico.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Bono para jubilados y pensionados: segundo pago confirmado para agosto de 2025. Leer más
  • Intentaba apropiarse de 29 hectáreas en reserva natural La India Dormida y fue descubierto. Leer más
  • La tarjeta BAC PriceSmart se transforma con más beneficios para sus clientes.. Leer más
  • ¿Dónde están los carros? Fiscalía investiga al exalcalde de Colón, Alex Lee. Leer más
  • Procesos disciplinarios contra docentes: otra secuela que dejó la huelga a las bases. Leer más
  • Maersk amplía sus operaciones en Panamá con nuevo centro logístico. Leer más
  • Canal de Panamá opera a plena capacidad, pero factores externos nublan el panorama para 2026. Leer más