La agenda noticiosa de esta semana la dominó mayormente las protestas contra la reforma a la Caja de Seguro Social (CSS) y el tema de la amnistía. En el primer caso, creo que es tardía. Dudo que el presidente Mulino dé marcha atrás, aunque admito que el proyecto debió ser discutido más profundamente, buscando alternativas, siendo creativos y no solo copiar legislaciones de otros países.
También hay que reconocer que es un parche que ayuda a sobrevivir, mas no cura. Se supone que su aprobación tendría un efecto positivo en la calificación de riesgo del país. No fue así, de hecho, ha empeorado, pues el déficit del Programa de Invalidez, Vejez y Muerte ya no será responsabilidad de la CSS, pero sí lo es para este y próximos gobiernos, que tendrán que abonar cientos de millones de dólares cada año para ese propósito, sumando un peso tan importante sobre el presupuesto que será virtualmente imposible recuperar el grado de inversión.
Pero, sobre la base de este parche, la CSS debería convocar a un diálogo y darle punto final al problema de las jubilaciones. Para hacerlo, es imperativo ir con mente abierta. Estamos a cinco años de decidir si se sube o no la edad de jubilación. ¿Por qué esperar hasta entonces si se ha abierto una ventana de tiempo para llegar a un acuerdo definitivo? Bueno, ese es el problema: espera hasta el último minuto para hacerlo, como lo han hecho hoy las organizaciones que protestan. ¿Por qué no aprovechan estas protestas para proponer ese diálogo desde ahora y que lo acordado se respete?
¿O por qué no exigen hoy las urgentes reformas que necesita la CSS, como humanizar el trato a los pacientes? He sido testigo de situaciones que surgen debido al hacinamiento, la falta de equipos, insumos y medicinas, de la excesiva centralización de servicios y atención. La administración de la CSS es un asco, ni siquiera tiene un buen sistema de citas. Y cuando se consiguen, muchas veces hay que esperar semanas o meses. No hay suficientes especialistas y los que hay están atiborrados de trabajo. Los problemas de la CSS no solo son las jubilaciones.
Deberían hacer que la administración de la CSS construya confianza. Sin ella poco se conseguirá, tal como ha ocurrido con esta reforma, que no es la solución, sino un parche. La visión de los políticos sobre la CSS sigue siendo ridículamente estrecha y estúpida: un botín político para ejércitos de inútiles que solo sirven para secar el sudor cuando el político va pidiendo votos. Son ellos y la administración de la CSS los responsables del problema de confianza y deberían ser los que lo solucionen.
El asunto es que para resolverlo son necesarias células cerebrales. Y no es que ellos no las tengan, sino cuántas tienen. Su cantidad no alcanza para tener imaginación ni para ser creativos ni para planificar, prever o calcular. Son autómatas guiados por la codicia. Y nosotros no escapamos de tanta idiotez, porque son nuestros votos los que los encumbran para luego convertirnos en sus sonrientes y complacientes víctimas. Roban nuestro dinero, futuro, salud, seguridad, educación y paz mental y lo único que sentimos es el Síndrome de Estocolmo, aunque en Panamá debería llamarse Síndrome de Nicaragua.
Eso me lleva al otro tema que acaparó los titulares: la amnistía. Es irracional pagarles a diputados que trabajan, no para nosotros, sino para un ladrón. Su proponente es un “abogado” que parece no tener idea de lo que es el derecho ni la justicia, graduado con honores en inutilidad. No es más que un obediente y servil peón de los más oscuros intereses del latrocinio personificado. Lo que debería hacer es explicarnos cómo su junta comunal –Barrio Norte, Colón se gastó los $14.1 millones que recibió de la descentralización paralela. Es increíble que, con sus incontables necesidades no se haya hecho nada. Esa junta comunal, al responder una carta en la que le pedían enumerar los proyecto hechos en ese corregimiento –feudo del señor Bolota Salazar– su respuesta fue que, tras consultar a los residentes, “la comunidad no solicitó obras, por lo tanto, no se realizaron tales funciones…”. Así que –concluye la carta– “se cumplieron así con las necesidades exigidas por la comunidad”. Esta frase refleja lo dicho: No es que carezcan de cerebro, el asunto es si lo usan.