Hoy el Lídice capireño está de fiesta. Desde hace 82 años, cada 31 de octubre, sus ciudadanos celebran el cambio de nombre del pueblo, de Potrero a Lídice. El Censo 2023 registró 6,315 habitantes en este territorio de 42.3 km².
Entre las actividades que conmemoran la fecha histórica están el paseo de antorchas (realizado anoche) y, hoy, el acto cívico con el desfile de escuelas y bandas independientes, competencias deportivas y bailes típicos con Alfredo Escudero y Manuel y Abdiel y Los Consentidos. También se aprovecha la ocasión para escoger a una persona como hijo o hija meritoria. Este año lo es Xenia Gudiño Morán (85 años), una profesional de la costura que le ha brindado sus servicios a todo el pueblo y, además, es mi tía. Y, como en toda fiesta panameña, no puede faltar la reina.
Cuando mis primos y yo estudiamos en el Centro Educativo Básico Lídice, una generación de maestros oriundos de diferentes partes del distrito de Capira preparó un breve resumen sobre la historia del cambio de nombre de Potrero a Lídice. El texto mencionaba la masacre del Lídice de Checoslovaquia, infligida el 10 de junio de 1942 por los alemanes nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Cada octubre había que estudiar ese plan.
Aquel texto también relataba la gesta comunitaria —iniciativa del alcalde de la época, Nicanor Subía—, que perseguía dos objetivos: darle un nombre más apropiado al corregimiento y ofrecer un tributo al pueblo checo.
Hoy, con una mayoría de maestros y profesores foráneos en las cinco escuelas del pueblo, no muchos docentes dimensionan la importancia de fomentar la pertinencia cultural en los niños y adolescentes. Sin embargo, algunos sí se suman a la tradición de enseñar la historia de los dos Lídice: el checo y el capireño.
Con el propósito de rescatar y fomentar la historia de ambos Lídice en la comunidad —y particularmente entre la población adolescente—, la Fundación Sembrando Semillas de Esperanza me solicitó investigar y escribir el texto para una novela gráfica, de manera ad honorem (eso es lo único malo de esta historia).
La leyenda urbana
Durante la revisión bibliográfica encontré la conocida versión de que las Naciones Unidas decretaron que en cada país debía haber un pueblo, calle o plaza con el nombre de Lídice en memoria del pueblo checo masacrado. Esta versión aparece en Wikipedia, ha sido reproducida por colegas periodistas, realizadores audiovisuales y creadores de contenido, y se la he escuchado incluso a coterráneos lidiceños.Sin embargo, no aparece en la página oficial del Centro de Información de las Naciones Unidas.
Además, si el cambio de nombre de Potrero a Lídice se dio en 1943, y las Naciones Unidas como organización se fundaron en 1945, tras terminar la guerra, ¿cómo se explica que la gesta comunitaria encabezada por Subía respondiera a un supuesto llamado de las Naciones Unidas?
La inexistente declaración y la incongruencia de fechas revelan que esta es una leyenda urbana. A esta conclusión llegué en 2024, pero en ese momento desconocía los hechos que convirtieron al Lídice checo en aquel símbolo mediático mundial prolibertad. Quizá de uno de esos acontecimientos nació la confusión.
Operación Antropoide: el ataque a Reinhard Heydrich
A Reinhard Heydrich, los checos lo apodaron el Carnicero de Praga. Ordenó fusilar a 550 checos apenas asumió el mando del Protectorado de Bohemia y Moravia. Fue uno de los artífices de la “solución final”. Era blanco, alto, de ojos azules y contextura fuerte: el estereotipo ario del nazi ideal.
Fue atacado con una bomba por dos soldados de la resistencia checa en mayo de 1942, cuando se trasladaba en un Mercedes Benz descapotable, en compañía de su conductor. El estallido lo dejó herido; las lesiones empeoraron y murió el 4 de junio de ese mismo año.
Falsamente, la Operación Antropoide se ligó al poblado minero de Lídice. Entonces, Adolf Hitler decidió enviarle un mensaje a los Aliados mediante la masacre filmada de Lídice: fusilaron a todos los hombres de 15 años en adelante; las mujeres fueron enviadas a campos de concentración, al igual que los niños —solo algunos fueron llevados a Alemania para ser “reeducados”—. Luego, el pueblo fue detonado y demolido. Todo fue grabado.

El Lídice checo: símbolo mundial prolibertad
La masacre ocurrida en el Lídice checo no fue la primera, ni la última, ni la más cruel de la Segunda Guerra Mundial, pero sí fue la más mediática, pues tanto el verdugo como la víctima —a través de sus aliados— hicieron propaganda sobre aquella destrucción de lo humano.
La Alemania nazi, que en otras ocasiones había ocultado sus crímenes de guerra, esta vez se encargó de comunicar en el acto la aniquilación de Lídice mediante la tecnología disponible: radio, cable y película muda. La noticia llegó a Panamá casi de inmediato por vía de la Associated Press, y fue publicada en un diario local.
Los Aliados reaccionaron. En Europa, Gran Bretaña, que acogió al presidente checo exiliado Edvard Beneš, impulsó el movimiento Lidice Shall Live Campaign, con el propósito de recaudar fondos para restablecer el Lídice checo una vez terminada la guerra.
En el continente americano, el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, junto con su Junta de Guerra de los Escritores y la creación del Comité Lídice Vive, utilizó esa tragedia para fomentar entre los ciudadanos estadounidenses un ambiente favorable a la entrada del país en la guerra.
El libro The Path to Lidice: And the legacy of the Lidice Shall Live Campaign (2022), de Alan Gerrard, aclara quién hizo el llamado para que cada país libre rindiera homenaje al Lídice checo: “Cuando la formación del comité se anunció formalmente el 21 de septiembre de 1942 en Washington D.C., el Comité Lídice Vive declaró su ambición de crear ‘un pueblo llamado Lídice en cada país aliado, alcanzando un número de 30 a 36 Lídices en todo el mundo para el final de la guerra’.”
Gerrard añade que México se sumó al movimiento no por iniciativa propia, sino por sugerencia de la Junta de Guerra de los Escritores.
En cuanto a Panamá, si bien es obvio el porqué figuraba entre los países aliados —también denominados las naciones libres o Naciones Unidas (término usado por Roosevelt y no debe confundirse con la organización)— y luego, en 1945, se incorporó entre los primeros miembros del organismo de las Naciones Unidas, no hay evidencia de que el cambio de nombre haya sido una sugerencia del todopoderoso país del norte. Cualquier directriz habría llegado directamente al presidente panameño, y no al alcalde iletrado de un distrito rural.
El cambio de nombre de Potrero a Lídice fue un acto solidario de panameños hacia los checos. En tiempos en que lo que no entendemos nos causa miedo o rechazo, esa hermandad entre pueblos, a pesar de las diferencias culturales y lingüísticas, es la historia que hoy, más que nunca, debemos destacar y transmitir a la nueva generación de lidiceños de Panamá.
La autora es periodista y escritora.


