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Hoy por hoy: Hoy se escribe un nuevo capítulo

Hoy no solo inicia una nueva legislatura. Hoy se escribe un nuevo capítulo en la historia política de Panamá. Un capítulo que, por primera vez en mucho tiempo, no está protagonizado por caudillos ni pactos bajo la mesa, sino por jóvenes que decidieron hacer política de forma diferente. Vamos y Seguimos —movimientos nacidos de la indignación, pero guiados por la esperanza— han demostrado que otra política es posible.

Sin exigir puestos en la directiva de la Asamblea, sino compromisos de cambios profundos en la administración, derrotaron los fantasmas del pasado. Su voto no fue transacción, fue convicción. Apostaron por una fórmula arriesgada: dar su respaldo a un partido tradicional con la condición —explícita y firme— de mantener su independencia y conquistar desde las comisiones legislativas los espacios donde se gestan las reformas profundas que este país necesita.

No es un cheque en blanco. Pero sí es un voto de confianza. Uno que les permitirá impulsar cambios al reglamento interno de la Asamblea y a la carrera legislativa, dos pilares oxidados por la costumbre y la complicidad. El año pasado intentaron cambiar la Asamblea desde fuera de las estructuras de poder. Este año lo harán desde dentro. Y eso conlleva riesgos. Pero también abre una ventana de posibilidad.

Los celebramos porque tomaron una decisión valiente, estratégica y necesaria. Porque prefirieron asumir el costo político de actuar con madurez, en vez de quedar atrapados en la trinchera de la protesta permanente. Porque entendieron que es más fácil criticar que lograr.

Hoy gana la presidencia de la Asamblea el Partido Panameñista, que tras una década de ausencia, asume esa posición con la enorme responsabilidad de demostrar que aprendió de sus errores. Los ocho diputados panameñistas, junto a los 18 de Vamos, los 4 de Seguimos, los dos del Partido Popular y cinco del CD, resistieron intensas presiones ejercidas por mensajeros del presidente y del contralor. Pudiendo entregar el poder a los intereses de siempre, se mantuvieron firmes. Esa dignidad política también es parte del triunfo democrático que hoy celebramos.

Pero esta no es una victoria definitiva. Es apenas el inicio de la verdadera prueba. Los jóvenes legisladores necesitarán más que aplausos. Necesitarán el respaldo activo de una ciudadanía que suele reclamar mucho y participar poco. No habrá reformas estructurales sin presión cívica sostenida. No habrá verdadera transformación sin compromiso colectivo.

Hoy también pierden los de siempre. Pierde el expresidente Martinelli, que pretendía imponer su candidata para proteger sus intereses. Pierde el PRD, que disfraza de oposición su complicidad. Pierde el presidente Mulino, al vulnerar la separación de poderes al recibir en Palacio, el mismo día de la elección, a la candidata de RM y abogada de dos lavadores condenados.

Pero sobre todo, hoy gana Panamá. Ganan quienes se atrevieron a creer que este país merece algo mejor.

Enhorabuena. Que esta oportunidad se convierta en legado.

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