Exclusivo Suscriptores

El despertar panameño: del hombre-masa a la conciencia cívica

La obra intemporal de José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas, publicada en 1930, se alza como un faro intelectual que ilumina no solo los dilemas de su época, sino también las complejidades de nuestra contemporaneidad, muy particularmente en el dinámico escenario político panameño. Más que un lamento conservador, este ensayo es un profundo diagnóstico sobre la emergencia del “hombre-masa”: un individuo autosatisfecho, desprovisto de autoexigencia y reacio a cualquier autoridad o excelencia que no sea su propia opinión o la del colectivo al que pertenece. Su ascenso ha moldeado, y a veces constreñido, la vida pública de nuestra nación, presentando desafíos que exigen una reflexión honesta y audaz.

La consolidación del hombre-masa en Panamá se entreteje con nuestra historia misma. La bonanza económica derivada de la operación del Canal interoceánico, aunque fuente innegable de progreso material, pudo haber incubado una mentalidad de “lo dado por sentado”. Una prosperidad que, al no vincularse siempre al esfuerzo sostenido o a la conciencia cívica, sembró las semillas de una cultura de la comodidad, donde la demanda supera con creces la contribución. Esta impronta se refleja hoy en un discurso público que a menudo carece de profundidad. Los debates políticos se decantan por la retórica vacía y los eslóganes populistas, apelando a la gratificación instantánea en lugar de una visión de país que exija compromiso y sacrificio. La política se simplifica hasta el extremo, evitando la confrontación con realidades complejas que precisan disciplina intelectual y ética.

Esta dinámica también ha erosionado la posibilidad de un liderazgo auténtico. En Panamá, la figura del caudillo o del líder que promete soluciones mágicas ha eclipsado, a menudo, la construcción de instituciones robustas y una clase política basada en la meritocracia, la visión a largo plazo y la autoexigencia. El hombre-masa, al rechazar la excelencia como guía, prefiere la comodidad de ser representado por quienes se le asemejan, perpetuando un círculo de mediocridad donde la administración de las rentas y el clientelismo opacan la verdadera vocación de servicio público.

La “acción directa”, esa imposición de deseos sin mediación ni respeto por las normas, también ha resonado en nuestro contexto. Si bien la protesta social es vital, su degeneración en el atropello de derechos ajenos o en la paralización irreflexiva de la vida nacional sin una profunda comprensión de las consecuencias revela una impaciencia y capricho inherentes a la masa. La fragilidad institucional, la extendida percepción de corrupción y las deficiencias en la administración de justicia son, en gran medida, síntomas de una sociedad donde los principios del liberalismo democrático —la primacía de la ley, la igualdad y la protección de las libertades— se ven constantemente asediados por la presión de voluntades que se sienten exentas de norma.

La educación como faro y motor de transformación

Ante este panorama, surge una pregunta impostergable: ¿cómo trascender la sombra del hombre-masa y revitalizar la vida política panameña? La respuesta, aunque compleja, se encuentra en la educación, su pilar más robusto y esperanzador. No hablamos de una instrucción meramente técnica o memorística, sino de una educación humanista y crítica, capaz de forjar ciudadanos, no solo individuos.

Para desmantelar la autosatisfacción y la irreflexión, la educación debe cultivar el pensamiento crítico, dotando a cada panameño de las herramientas para discernir entre la información y el rumor, entre el argumento y la falacia. Ello implica enseñar a cuestionar, analizar y contextualizar, transformando al individuo de simple receptor de opiniones en un agente activo de conocimiento y reflexión. Al fomentar la curiosidad intelectual y el rigor académico, se disipa la superficialidad que caracteriza al hombre-masa.

Simultáneamente, la educación debe ser el crisol donde se forje una sólida conciencia cívica y una profunda responsabilidad social. Es imperativo inculcar el valor del esfuerzo, del mérito y de la contribución al bien común. Hay que enseñar que los derechos son inseparables de los deberes y que la libertad individual solo florece en el marco de una comunidad organizada y respetuosa de la ley. La formación en valores éticos y morales, que trasciendan el mero utilitarismo, resulta indispensable para construir una ciudadanía autoexigente, capaz de reconocer y exigir excelencia en sus líderes y, sobre todo, en sí misma.

En definitiva, la educación debe actuar como un poderoso agente de inclusión y cohesión social. Al garantizar un acceso equitativo y de calidad para todos, sin importar su origen socioeconómico, se derriban barreras que perpetúan la ignorancia y la dependencia. Una sociedad educada es una sociedad que comprende la complejidad de sus desafíos, que puede dialogar con argumentos sólidos y que es intrínsecamente menos vulnerable a la manipulación populista. La inversión decidida en una educación transformadora, que empodere a cada panameño para autoexigirse y contribuir activamente a la vida pública, es la gran deuda pendiente y la solución más potente para forjar una ciudadanía que supere el estado de “masa” y se eleve a una sociedad vibrante, consciente y proactiva.

Conclusión

La rebelión de las masas nos confronta con la incómoda verdad de que la salud de una democracia no reside solo en su armazón legal, sino, crucialmente, en la calidad moral e intelectual de sus ciudadanos. En Panamá, la tarea de trascender la sombra del hombre-masa es un reto permanente y apremiante. Si bien los obstáculos son considerables, la apuesta decidida por una educación integral y humanista ofrece la senda más luminosa para cultivar individuos autoexigentes, críticos y éticamente comprometidos. Solo así podremos aspirar a una política que eleve la dignidad de nuestra nación por encima de la complacencia, construyendo un futuro donde la razón y la responsabilidad cívica sean los verdaderos pilares de nuestra convivencia.

¿Estamos, como sociedad panameña, preparados para asumir esta transformación monumental y necesaria?

La autora es profesora de filosofía.


LAS MÁS LEÍDAS

  • Auxilios ‘cash back’: el rastro del dinero conduce a las cuentas de Bernardo Meneses. Leer más
  • ‘Los docentes no tienen derecho a exigir pago si no trabajan’: exmagistrado Molino Mola sobre paro en educación. Leer más
  • Meduca abre procesos administrativos contra 37 docentes del Instituto América. Leer más
  • Detectan en aeropuerto de Tocumen más de mil camisetas de la selección nacional presuntamente falsificadas. Leer más
  • Tribunal negó habeas corpus a favor de Bernardo Meneses. Leer más
  • Gobierno deroga incentivos turísticos para cruceros con puerto base en Panamá. Leer más
  • Hoy por Hoy: El que no trabaja, no cobra del 07 de julio de 2025. Leer más