Estados Unidos, si bien sigue siendo la mayor economía mundial, en las últimas décadas ha perdido mucha hegemonía política, mercantil y social a causa de estrategias o decisiones erráticas de sus gobernantes. En lo económico, han trasladado sus fábricas a otros países buscando mano de obra barata para satisfacer el enorme apetito interno por bienes, tecnología y servicios. Pasaron de ser productores a grandes consumidores, y hoy su deuda pública está cercana al nivel de finales de la Segunda Guerra Mundial. En el entorno geopolítico, han dado la espalda a vecinos y aliados debido a estrategias cortoplacistas, violando soberanías, acuerdos internacionales y alejándose del multilateralismo. En lo social, han descuidado la educación, alterado la integridad familiar, modificado medidas migratorias y reducido la cooperación humanitaria a nivel global.
En el caso de Panamá, un fiel aliado geopolítico y un socio deficitario en el intercambio comercial, hemos observado en las últimas décadas cómo se ha ido reduciendo el “Made in USA”, que antes dominaba los anaqueles y escaparates de nuestros comercios, así como un gran descenso en la participación de sus constructoras en licitaciones de infraestructuras públicas, incluyendo la ampliación del Canal. Es notorio que el 68% de la carga en contenedores que transita hoy por las esclusas con rumbo a puertos de Estados Unidos es transportada por navieras chinas, coreanas, taiwanesas o europeas, pero esto no es culpa de los panameños.
Hace apenas dos meses, el presidente Donald Trump asumió el poder y juró ante Dios y su patria cumplir y hacer cumplir la Constitución de los Estados Unidos de América, pero de inmediato tomó absurdas medidas, emitiendo decenas de decretos ejecutivos que han convulsionado al mundo entero. Con insistencia, ha deshonrado directamente al expresidente Jimmy Carter al afirmar que vendió la vía interoceánica por un dólar y ha acusado a la actual administración del Canal de haber transferido su operación y seguridad al ejército de la República Popular China. Peor aún, acompaña sus falsas aseveraciones con amenazas de intervención militar en directa violación del Artículo V del Tratado de Neutralidad de 1977.
Un grupo de más de 30 reconocidos psicólogos y psiquiatras de su país han calificado sus acciones como expresiones narcisistas o populistas típicas de personajes autoritarios que se rodean de ejecutivos tipo “yes-men”. Un caso representativo es el actual secretario de Estado, el senador Marco Rubio, quien en 2016, siendo contrincante en la nominación del Partido Republicano, expresó que Trump era un “con artist” (un artista del engaño) y que, si llegaba al poder, sería un verdadero caos para su nación. Hace unas semanas, en visita oficial a nuestro presidente y después al administrador del Canal, repitió las mismas mentiras de su jefe sobre la presencia de soldados y la supuesta administración del Canal por parte de la República Popular China.
También observamos con preocupación las controversiales medidas tomadas contra otros buenos aliados como México, Canadá, Ucrania y la Unión Europea, incluso faltando a tratados multilaterales, acuerdos comerciales, leyes migratorias y violando nuestras soberanías. Incrementar aranceles nunca ha sido una buena herramienta para aumentar la producción, desarrollar el comercio o incentivar la creatividad tecnológica; por el contrario, tendrá un efecto completamente opuesto a lo que en otra época forjó el famoso lema “Make America Great Again”.
A pesar de todo, sigo optimista. Mantengo la confianza y creo que en Estados Unidos aún existe un firme y efectivo balance entre los diferentes poderes del Estado, y muy pronto dichos pesos y contrapesos constitucionales revertirán los desatinos de la nueva administración. Por supuesto, habrá consecuencias y será necesario un período para recuperar la credibilidad y rectificar las maltrechas relaciones globales con esa gran nación. Somos un país pequeño y sin ejército; nuestra mejor defensa es la neutralidad y seguir brindando nuestra posición geográfica a todas las naciones por igual.
Exministro de Comercio y embajador en Washington.