En esta guerra arancelaria provocada por el Desquiciado, se han distorsionado los mercados globales, donde no habrá ganadores, pero sí perdedores y afectados en todo el sentido de la palabra. Las dos mayores potencias del comercio internacional se encuentran en una guerra de tarifas donde uno sube y el otro responde. El resultado es que se vuelve improbable que uno le compre al otro bienes y servicios, debido al encarecimiento de los productos para el consumidor final. Al disminuir el volumen del comercio global, en proporción directa disminuye el tráfico naviero, por lo que el tránsito por el canal también disminuiría, lo que resultaría en menos ingresos y, a su vez, en menores aportes al Tesoro Nacional. Esto generaría mayor endeudamiento y así sucesivamente. Este es el efecto cascada económico en toda su extensión.
Como ya los gringos han metido la mano en la alcancía del canal —por permitirlo los Bunau-Varilla que nos gobiernan—, además de que ya nuestra soberanía está en entredicho, pues nos dicen y dirán con quién podemos o no hacer negocios, el panorama financiero para Panamá se ve muy borroso. Me imagino que esto debe estar encajando perfectamente dentro de los planes turbios que tienen nuestros gobernantes arrastrados, que solo piensan en pedir prestado para pagar gastos. Estamos encaminados a una insolvencia financiera, donde el producto interno bruto se aproximaría a la deuda externa, lo que aumentaría el servicio de la deuda y nos llevaría a caer en default. Esto parece ser la meta a corto plazo del Gringuillo y sus secuaces, pues lo que hace falta es una debacle económica para que recurran a los gringos y les vendan todo Panamá, para convertirlo en un protectorado o en una estrella más. Dicho de manera clara: ¡Los Bunau-Varilla nos han quitado nuestra autodeterminación!
Volviendo al tema arancelario que pone, quita y vuelve a poner el Desquiciado, trastocando la estabilidad financiera global, en el caso de Estados Unidos —con una población altamente consumidora y con poca producción local—, los aumentos de tarifa afectan “dólar por dólar” los precios finales, lo que simplemente los hace prohibitivos y fuera del alcance de la mayoría de la población. Se acerca la celebración del Día de la Madre y del Día del Padre en Estados Unidos, por lo que los importadores ya deben haber puesto sus pedidos para abastecer el aumento tradicional de la demanda característico de la época. Y como China es un gran suplidor de esos bienes, entonces estarán sujetos a la tarifa arancelaria punitiva vigente, lo que convierte los precios en inalcanzables para muchos consumidores. Las empresas estadounidenses tendrán que suspender sus pedidos y sus anaqueles estarán vacíos, por lo que sufrirán un duro golpe en sus utilidades al no tener qué vender.
Como este conflicto entre ambos países tiene la pinta de ser duradero, las empresas no podrán llenar sus estanterías con mercancía de reemplazo made in USA, y veremos qué alternativas tendrán los empresarios ante este juego de “poner y quitar aranceles” que se trae el Desquiciado. No se extrañen si, a corto plazo, muchas de esas empresas tienen que reducir personal e incluso cerrar puntos de venta, porque simplemente no tendrán nada que vender. No escaparán del efecto cascada causado por esa guerra arancelaria.
Una de las estrategias que China está implementando como medida de retorsión ha sido identificar y dirigir sus represalias donde más le duela a la contraparte, que básicamente es Estados Unidos. Ciertas de estas medidas han sido enfocadas para causar daño político al Desquiciado, pues están orientadas hacia los ocho estados de la “canasta agrícola” que votan “republicano” y que lo llevaron al poder. La producción agrícola representa cifras importantes en las exportaciones estadounidenses, y China, que es su principal cliente, está dejando de comprar y busca proveedores alternos como Brasil y Argentina.
Veremos qué tipo de presiones ejercerán estos campesinos (peasants) sobre el Desquiciado, ya que las elecciones intermedias serán en noviembre de 2026, y seguramente lo chantajearán por esos votos que necesitan para mantener la mayoría en ambas cámaras. El efecto lo sentirán en el órgano más sensible del cuerpo: el bolsillo. En esos comicios se elegirán 435 escaños de la Cámara de Representantes y 33 del Senado, por lo que los demócratas podrían retomar el control en ambas cámaras. Seguramente le tocará al Desquiciado llenar esos estados con subsidios y beneficios para mantener el voto. Si llegara a perder, se despotricará, porque la estaca del propio palo es la que más duele.
Este conflicto entre las dos potencias económicas más grandes del globo afectará colateralmente a todas las naciones. La que mejor librada saldrá —aunque ligeramente afectada— será China. El mensaje que ha enviado al mundo es que no va a tolerar el bullying de Estados Unidos. Si no respondiera, entonces aumentarían el nivel de bullying, por lo que ha decidido plantarse firmemente. China está preparada para una escalada y prolongada guerra de tarifas, y ahora está incentivando agresivamente el consumo doméstico, haciendo los ajustes económicos necesarios para contrarrestar cualquier efecto negativo de los aranceles punitivos.
Para China, una guerra de esta naturaleza no es nueva, y en un medio local se publicó algo como: “Desde que Estados Unidos empezó la primera guerra mercantil en 2017, no importa cuán amenace o presione, siempre hemos continuado con el desarrollo y progreso, y entre más presión nos ponen, más fuertes nos convertimos”.
Este conflicto económico y geopolítico va a extenderse por mucho tiempo, y sus ramificaciones son impredecibles. Pero el mayor afectado será Estados Unidos y, de paso, también nos afectará en Panamá por la reducción del tráfico en el canal, que realiza anualmente aportes considerables al Tesoro Nacional. ¿Y qué medidas estarán tomando el Gringuillo y sus secuaces al respecto?
El autor es ciudadano.