Los espacios públicos, como parques y plazas, son áreas de tránsito o recreación; pero, más allá de eso, son el centro vital de la vida urbana y el escenario donde se construyen procesos vinculados a la ciudadanía. Son lugares donde surgen iniciativas que promueven el civismo y ayudan a mediar relaciones entre distintos grupos etarios sociales. Los espacios públicos son extensiones del cuerpo y el pensamiento fundamentales para fomentar una sociedad más cívica, saludable y participativa.
El alcalde del distrito de La Chorrera, Eloy Chong, subió en sus redes un comentario a raíz de una visita al parque Omar. El alcalde vivió en carne propia algo que muchos de los ciudadanos que vivimos en Panamá Oeste venimos exigiendo desde hace mucho tiempo: un parque recreativo digno.
El alcalde Chong, como autoridad local, tiene las herramientas políticas para lograr que en La Chorrera tengamos un parque recreativo de las dimensiones del parque Omar, incluso más grande. El paso fundamental sería recuperar la dimensión pública y el papel central del gobierno local en la planificación urbana para gestionar y administrar recursos al servicio de la comunidad. Otro paso sería tener claro el concepto de espacio público para poder imaginar un proyecto de vida.
¿Cómo los espacios públicos contribuyen a la formación de una sociedad más cívica, saludable y participativa? Sobre este tema, quisiera hacer una reflexión de la urgencia de rescatar y repensar los espacios públicos y colectivos, que no es lo mismo que otros espacios privados como los malls, porque significa que podemos aspirar a tener escenarios poderosos para la educación cívica, la salud y la cohesión social; algo que nos hace mucha falta.
Josep Ramoneda ha abordado la importancia del espacio público y su relación con la democracia, la ciudadanía y la vida social. El espacio público como un lugar físico compartido donde los ciudadanos interactúan y se reconocen mutuamente. Este espacio es fundamental para los procesos democráticos, ya que es donde se desarrolla la vida política y social. Por otro lado, en términos de salud urbana, existen estudios que demuestran que las características empobrecidas de los barrios o entornos residenciales pueden afectar la salud y desmejorar las relaciones entre los habitantes.
En nuestro país no tenemos cultura de la espacialidad entendida como un sistema de significaciones y sentidos del espacio donde se construyen interacciones materiales y simbólicas desde prácticas culturales que son cruciales en la reconfiguración territorial y social de la comunidad. El cuerpo ciudadano es un cuerpo enfermo, porque carece de espacios vitales de recreación.
Entre los múltiples desafíos políticos que los gobiernos locales tienen, está la preocupación de la falta de civismo y la desigualdad en el acceso a la recreación para garantizar que todos los ciudadanos puedan disfrutar y contribuir desde los espacios de manera equitativa y creativa. Por eso la recuperación de espacios públicos es importante.
El espacio público es un lugar físico compartido donde los ciudadanos interactúan y se reconocen mutuamente y logran hacer conexiones cívicas a partir del respeto de las normas de convivencia. Los parques, por ejemplo, son fundamentales no solo para la recreación, sino también para la libertad y el civismo.
Pero el espacio público, según los expertos, está hoy en crisis debido a factores como la privatización, la urbanización descontrolada, la masificación de las ciudades y el alejamiento de la política de la ciudadanía. La calidad de vida urbana en las periferias disminuye mientras el aparente progreso vertical debilita la convivencia y enferma los cuerpos.
Autores como Henry Lefebvre han analizado cómo los espacios y los cuerpos interactúan. Lefebvre sostiene que toda práctica social produce el espacio a través del cuerpo. En Panamá el espacio como percepción corporal de convivencia con la naturaleza disminuye cada día en las periferias. Los panameños han adaptado su cuerpo y sus sentidos a los centros comerciales. Somos cuerpos mediatizados por la publicidad y gobernados por las tendencias tecnológicas.
La vida colectiva se materializa desde los espacios públicos donde existe la interacción y la participación. Un parque donde la gente no solo va a caminar sino donde puede acceder a artesanías o comida sana, ver artistas y conciertos, teatro al aire libre, genera una dinámica social y cultural saludable.
Traigo otra vez a Ramoneda quien apunta que la reconstrucción del espacio público está ligada a la reconstrucción del espacio democrático. Las ciudades, los barrios, los pueblos, como La Chorrera, son territorios con un gran potencial para la convivencia y la democracia desde la cultura. Pero hace falta voluntad política y creatividad desde la mirada de la cultura.
La falta de calidad en los contextos espaciales a nivel de barrio en La Chorrera, afecta la salud de los residentes y desmejora la convivencia pacífica. Los espacios públicos son esenciales para la construcción de una sociedad más cívica y participativa. La importancia de fomentar el civismo en los parques a través de estrategias culturales es urgente.
Estas áreas pueden servir como plataformas para sensibilizar a la ciudadanía y mejorar la convivencia de manera sostenible. Si esto se convierte en una prioridad, tal vez los chorreranos y el mismo alcalde, no tendremos que viajar hasta la ciudad para hacer un picnic con la familia.
El autor es escritor.