El diario La Prensa del 2 de mayo de 2025 dice que gracias a una nueva ley el nombre oficial de la comarca que antes se llamó San Blas o Kuna Yala ahora es Gunayala.
Imagínense que un turista visita Costa Rica y regresa a su patria diciendo que los habitantes de ese país ya no se llaman costarricenses sino ticos, porque ha oído a la gente de allí decir que ellos son ticos.
Después, ese mismo turista visita Panamá y regresa diciendo que las palabras pelado y pelada son incorrectas porque en Panamá nadie las pronuncia así; todo el mundo dice pelao y pelá.
Siga imaginando que todos los medios de comunicación del país del turista repiten como loros la ocurrencia de aquel viajero y nunca más vuelven a decir los costarricenses sino los ticos, o ha pelado el bollo sino ha pelao el bollo, o tengo la cabeza pelada sino tengo la cabeza pelá.
Pues eso mismo está ocurriendo con la moda de llamar gunas a las cunas.
Las palabras que se guardan en los libros se mantienen intactas y se llaman cultismos, pero las que se usan con frecuencia se desgastan, como herramientas que son, y se llaman vulgarismos.
En la evolución de todos los idiomas se da el fenómeno de la lenición (del latín lenis = débil). No busquen lenición en el DRAE, que no viene. Es el debilitamiento de los sonidos consonantes sonoros o fuertes hasta convertirlos en sordos, o sea, menos obstructivos. Lenición es el cambio de p por b, de t por d, y de k por g. Muchas palabras latinas sufrieron lenición al pasar al castellano, como delicatus, que dio delgado, o collocare, que dio colgar.
La población aborigen de la comarca llamada en nuestro idioma San Blas y en el suyo Cuna Yala comete lenición con frecuencia. Isla, en su idioma, puede ser tupu o dup, según el caso. Lo mismo ocurre con las palabras cuna o guna. Esta tendencia a debilitar los sonidos consonantes está tan arraigada entre ellos que se nota incluso cuando se expresan en español. Es común que una cuna diga “estoy esperando el bargo” en vez de “estoy esperando el barco”. Es que no notan la diferencia entre ambos sonidos.
Los que siguen la moda de denominar a la población indígena por los nombres que ellos mismos se dan en sus propios idiomas para no faltarles el respeto están en un dilema: ¿cómo debemos llamar, en castellano, a los habitantes de San Blas, si ellos mismos tienen dos formas de denominarse? ¿Cunas, como pronuncian algunas veces, o gunas, como pronuncian otras?
Eso de que hay que llamarlos en su propio idioma es tan absurdo como creer que se le falta el respeto a un alemán si no se le llama Deutsch, o a un vasco si no se le llama euskaldun.
Hombre... no nos compliquemos la vida y llamémoslos cunas, como los hemos llamado siempre y como consta en el diccionario de nuestro idioma, independientemente de cómo se nombren en su lengua propia.
Tengo un Diccionario guaimí-español-inglés escrito en 1987 por el reverendo Ephraim S. J. Alphonse, y en él veo que se usan las letras correspondientes a los sonidos oclusivos sordos, menos la letra p. Las letras correspondientes a los sonidos oclusivos sonoros están todas. En ese diccionario dice que en ngäbere a los curas se les llama badre. Es otro caso de lenición en otro idioma indígena.
El autor es jubilado.