Otra historia de corrupción, despilfarro y desidia se repite en Panamá. La millonaria compra de perforadoras para pozos, realizada en el gobierno pasado, ha resultado en un fiasco. Equipos que no cumplen con los estándares, que no funcionan y que terminan abandonados en algún lote, mientras el Estado solicita una nueva partida de $4.3 millones para hacer lo que ya se había pagado.
Este ciclo de corrupción e ineficiencia parece no tener fin. Año tras año, administración tras administración, se repiten los mismos patrones: adquisiciones millonarias que no cumplen con los requisitos, equipos que se dañan y no se usan, y funcionarios que toman decisiones nefastas sin enfrentar consecuencias. La impunidad es el motor que perpetúa estos abusos, y los ciudadanos, una vez más, son quienes pagan las consecuencias.
Las denuncias están interpuestas, pero ¿pasará algo realmente? ¿Se sancionará a los responsables o quedará, como tantas otras veces, en el olvido? La corrupción y la desidia siguen drenando los recursos del país mientras las comunidades continúan esperando respuestas. ¿Hasta cuándo?