Un mes después de haber admitido que ya tenía en sus manos los resultados del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), el Ministerio de Educación sigue sin presentarlos al país. Esta evaluación, coordinada por la Unesco, midió las competencias en lectura y matemáticas de estudiantes de tercer y sexto grado, y sus hallazgos son clave para entender el daño educativo provocado por la pandemia, así como las debilidades estructurales previas.
La transparencia no debería ser una concesión, sino una obligación. Países como Costa Rica y Colombia ya divulgaron sus cifras. Panamá, en cambio, guarda silencio. Esta opacidad impide que docentes, familias, investigadores y ciudadanos participen de forma informada en el debate sobre políticas públicas educativas.
Ocultar datos compromete la credibilidad institucional y condena a miles de estudiantes a seguir rezagados, sin que el Estado asuma la responsabilidad de diseñar acciones correctivas basadas en evidencia. ¿A qué le teme el Meduca? La educación no puede construirse sobre la base del ocultamiento. La ciudadanía merece saber qué tan grave es la herida.