Mientras la Contraloría paga salarios en cheque y audita la planilla de la Asamblea Nacional, el clientelismo político sigue tan activo como siempre. Los datos más recientes revelan que el 86% del presupuesto del Legislativo se va en planillas, con diputados como Benicio Robinson, Marcos Castillero, Jaime Vargas y Crispiano Adames —todos del PRD— liderando el gasto.
Una revisión de la base de datos publicada por La Prensa muestra nombres repetidos, familiares, copartidarios, personal sin ubicación y otros asignados a juntas comunales, alcaldías y hasta a la Acodeco. Mientras tanto, cientos de personas hacen fila cada quincena para cobrar sus cheques.
Las auditorías pueden seguir, pero nada cambia si no se desmonta el sistema. La Asamblea opera como agencia de empleos políticos, blindada con discursos vacíos y escasa rendición de cuentas.
El mensaje es claro: aquí nadie suelta nada, y el clientelismo, lejos de extinguirse, se perfecciona.