En un mundo donde las cadenas de suministro eran sinónimo de eficiencia global, los nuevos aranceles de Estados Unidos marcan un retroceso estratégico.
McKinsey & Company no exagera al hablar del primer shock económico global desde la pandemia. Lo que parecía una disputa entre potencias, ahora reconfigura decisiones de empresas en todos los continentes. ¿Cómo enfrentar un entorno donde una caja de cambios japonesa, un motor estadounidense y un ensamblaje mexicano pueden ser penalizados por cruzar las fronteras equivocadas?
La respuesta ya no está solo en reducir costos, sino en diseñar resiliencia. Centros de monitoreo geopolítico, estrategias de clasificación arancelaria, relocalización y circularidad productiva son ahora pilares de supervivencia. Para países como Panamá, cuya posición logística ha sido una ventaja competitiva, el reto es mayor.
¿Estamos listos para atraer inversiones que buscan minimizar barreras comerciales? ¿Podemos convertir la incertidumbre global en oportunidad? En este nuevo mapa económico, las fronteras se endurecen, pero también se redibujan las alianzas. La clave está en anticipar, no solo reaccionar.