Si la prioridad es reducir la deserción escolar, garantizar un buen ambiente de estudios debe ser lo primero a resolver. Es inaceptable que un número importante de escuelas públicas en pleno centro de la ciudad, como en el circuito 8-4, estén en condiciones que ponen en peligro la seguridad de estudiantes y docentes.
Mientras la ministra de Educación destina millones de dólares a la compra de computadoras portátiles, las aulas se caen a pedazos, los baños no funcionan, y las instalaciones eléctricas no soportan ni lo básico. En algunas escuelas, las computadoras permanecen guardadas en sus cajas porque no hay capacidad eléctrica para usarlas.
Al mismo tiempo, estudiantes intentan concentrarse en aulas con techos que gotean y baños inservibles, un ambiente que socava su derecho a una educación digna. Estas condiciones no solo ponen en riesgo su seguridad física, sino también su motivación y su futuro.
El mal estado de las escuelas no es un tema nuevo; cada año escolar inicia con las mismas excusas y sin soluciones concretas. Es hora de que el Ministerio de Educación actúe con responsabilidad y ponga fin a este ciclo de abandono.