Durante años, Panamá fue el destino preferido de la región para la inversión extranjera directa (IED). Hoy, ha caído al cuarto lugar. A pesar de un crecimiento del 28.9 % en 2024, los 2,832 millones de dólares captados están lejos de los niveles de 2018, cuando superaban los 4,700 millones. Mientras tanto, República Dominicana y Costa Rica consolidan su liderazgo con más de 4,000 millones anuales, gracias a sectores como turismo, zonas francas e inmobiliario, y a la confianza que proyectan sus instituciones.
Para el economista Ernesto Bazán, Panamá ha perdido esa confianza. La inseguridad jurídica, la corrupción, el deterioro de las finanzas públicas y la falta de un plan claro de desarrollo han mermado su atractivo. También pesan en la percepción internacional escándalos como los Panama Papers y la inclusión de empresas panameñas en listas restrictivas.
Atraer inversión no depende solo de nuestra ubicación o del uso del dólar. Requiere credibilidad, reglas claras y voluntad política para hacer las cosas bien. Panamá tiene con qué, pero debe recuperar lo más difícil de construir: la confianza.