La muerte de Violeta Barrios de Chamorro no solo marca el adiós a la primera mujer en gobernar Nicaragua, sino también al último gran símbolo de la transición democrática en ese país. En 1990, Chamorro venció en las urnas a Daniel Ortega y puso fin a una década de guerra civil y represión. Lo hizo con un mensaje de reconciliación, paz y respeto a las instituciones. Hoy, más de tres décadas después, Ortega se ha consolidado en el poder junto a su esposa Rosario Murillo, instaurando una dictadura sin pudor: ha eliminado la oposición, criminalizado la disidencia y convertido las elecciones en pantomimas vacías. El contraste no puede ser más claro. Chamorro gobernó con sobriedad, incluso al enfrentar enormes presiones sociales y económicas. Ortega y Murillo lo hacen desde la represión, el control y el miedo. Que Chamorro haya muerto en el exilio, como tantos nicaragüenses, es un reflejo de la tragedia nacional. Su memoria nos recuerda que Nicaragua merece algo mejor que la perpetuidad del poder.
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Hoy por hoy: Violeta Barrios de Chamorro, la dignidad frente al poder absoluto
15 jun 2025 - 05:01 AM