Vivimos el regreso del imperialismo salvaje, que inició Vladimir Putin con la invasión conquistadora de la península de Crimea y después de toda Ucrania, y que Donald Trump pretende emular. Por tanto, el gobierno de Panamá debe actuar con prudencia ante las amenazas y revocar todo contrato otorgado a empresas de la China comunista, públicas y privadas (obligadas a acatar al Partido Comunista Chino), para construir un puente planificado sobre el Canal de Panamá y operar los dos puertos panameños situados en las cercanías de los extremos del canal, en los océanos Atlántico y Pacífico, con la justificación jurídica del imperativo de seguridad nacional.
El informe del Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos sostiene que en dichos puertos, las empresas chinas construyeron instalaciones de doble propósito (civiles y militares). En el escenario prebélico que maneja el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, es inadmisible que China o sus aliados (Rusia y Corea del Norte) cuenten con facilidades para atacar, destruir o paralizar el Canal de Panamá.
El gobierno de Panamá no debe exponer al país a una potencial intervención militar de Estados Unidos. Debe recordar que Panamá logró, con facilidad, la separación de Colombia y su independencia por el solo apoyo de Estados Unidos, cuyo Estado Mayor Conjunto decidió construir el Canal de Panamá para movilizar con mayor rapidez sus flotas navales entre los océanos Atlántico y Pacífico, aunque el uso abierto a terceros países para el comercio mundial favoreció a los competidores económicos de Estados Unidos, a países de Europa y el Pacífico.
Fue el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos quien construyó el Canal de Panamá, inaugurado en 1914 en plena Gran Guerra Europea (después rebautizada “Primera Guerra Mundial”).
En 1941, los militares del Imperio del Japón no ocuparon Hawái inmediatamente después del exitoso ataque sorpresa, ni atacaron, destruyeron ni paralizaron el Canal de Panamá, considerándose estas dos omisiones como graves errores militares por los expertos en la materia. Hoy, los jefes militares de Estados Unidos no aceptarán que China, Rusia ni nadie amenace al canal y usarán las cláusulas de los tratados del canal mediante las cuales se aseguraron su defensa militar. No debe permitirse una excusa para una intervención de Estados Unidos en Panamá. Sería un hecho catastrófico.
Para los expertos en estrategias de guerra de Estados Unidos, tanto civiles como militares, el permitir que Cuba se convirtiera en una gigantesca base militar, aérea y naval de la extinta Unión Soviética fue el segundo mayor error geopolítico de Estados Unidos, que los obligó a cuantiosos gastos militares, porque la presencia militar soviética en el continente dejó obsoleto todo el sistema de defensa continental.
El primer error geopolítico fue apoyar a la China comunista, que ahora pretende rivalizar con Estados Unidos como emergente potencia militar y económica y ejecuta un plan de penetración en el continente americano para fortalecerse (asegurarse el suministro de alimentos y materias primas y conquistar mercados antes que Estados Unidos o Europa) y obligar a Estados Unidos a abandonar a Taiwán a merced de la China comunista.
En Estados Unidos se cree que los insólitos acuerdos neocoloniales suscritos por corruptos políticos latinoamericanos permitirán a China someter a su control a los atrasados países del continente. Como ejemplo está Perú, cuyo gobierno cedió su soberanía y parte de su territorio a una empresa de China comunista para construir el mayor puerto de Sudamérica, que controlará la dictadura comunista de China, y Perú solo recibirá perjuicios, porque hasta los obreros serán chinos.
En la nueva realidad geopolítica, Panamá no ganará nada al aliarse con la China comunista; solo recibirá males, y fortalecer las relaciones de amistad y cooperación con Estados Unidos puede ser el camino para industrializarse y convertirse en un país desarrollado, del primer mundo.
Democracia e industrialización, ese es el camino que deseo transite Panamá, Venezuela y toda Latinoamérica.
El autor es abogado venezolano.