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Justo Arosemena, un hombre ilustre

Un 9 de agosto de 1817, nace un hombre ilustre con una clara visión sobre la nacionalidad panameña. Ese hombre es Justo Arosemena. Se destacó como un estadista que se desempeñó con esmero como político, jurista, diplomático, escritor, sociólogo, historiador, periodista, orador y economista. Su personalidad muy definida por principios y valores fuertes ha dejado huellas muy profundas y sus enseñanzas han influenciado positivamente por muchos años.

Ejerció funciones importantes dentro de la administración pública panameña en los primeros años de la era republicana, como diputado, presidente de Panamá, canciller y embajador en Perú, Venezuela, Estados Unidos y Francia, donde se caracterizó por su aproximación científica a los problemas políticos y sociales, surgiendo como resultado obras como Apuntamientos sobre las Ciencias Morales y Políticas (1840) y El Estado Federal de Panamá (1855), obras fundamentales en el análisis de la identidad panameña, que le han dado el título de padre de la nacionalidad panameña.

Su labor como diplomático se ha destacado por encargarse de las relaciones internacionales de Panamá con varios países, desde cualquier asignación que haya ejercido. Como jurista ha ejercido solemnemente el derecho constitucional, siendo responsable de haber redactado varios textos constitucionales y haber publicado obras destacadas, con Constituciones Políticas de América Meridional (1870) como su obra más importante y uno de los primeros proyectos del continente sobre derecho constitucional.

Su educación ha forjado en él una serie de posiciones muy avanzadas en temas políticos y económicos, que hoy siguen siendo parte de la idiosincrasia panameña. Sobran razones para ser destacado como un hombre influyente y forjador de la identidad panameña. Se destacó como un hombre íntegro que en todo momento repudió la corrupción. A través de sus escritos, demostró en todo momento que Panamá es un Estado que tenía muy clara su posición en el mundo, por lo tanto no podía ser parte de ningún dominio, y lo corroboró con el hecho de que Panamá logró independizarse de España sin ninguna ayuda de Colombia, sino con el valor de los istmeños, quienes sentaron las bases para establecer su panameñidad.

La figura de Justo Arosemena se ha convertido en una de las más destacadas en un país donde los líderes políticos inspiradores y con gran sentido de justicia y equidad brillan por su ausencia. Vale la pena analizar nuestro rol como panameños y luchar por mantener nuestra soberanía y liberar a nuestra Nación de la corrupción.

El autor es estudiante de derecho de la Universidad de Panamá


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