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Juventud y emprendimiento: ¿Está Panamá listo para una nueva generación de empresarios?

Hay algo que se está cocinando a fuego lento —pero firme— en Panamá: una nueva generación de jóvenes que no quiere esperar a “tener suerte” ni depender de un trabajo que no les emociona. Jóvenes que, armados con un celular, ideas creativas y toneladas de voluntad, están apostando por el emprendimiento como forma de vida.

Los vemos en ferias vendiendo desde postres hasta jabones naturales; en redes sociales, promocionando sus marcas con creatividad; o diseñando aplicaciones que solucionan problemas cotidianos. ¿Qué los motiva? Tal vez la necesidad, el deseo de independencia o, simplemente, el no conformarse con lo establecido. Pero más allá del porqué, la pregunta que debemos hacernos es: ¿está Panamá preparado para apoyarlos y permitir que florezcan?

Emprender no es un camino fácil. Y para los jóvenes panameños, el reto es doble: la falta de acceso a financiamiento, escasa educación financiera desde la escuela y un sistema que aún premia más los títulos que las ideas. Muchos empiezan con lo poco que tienen: venden desde su casa, por Instagram o TikTok, y reinvierten cada centavo. Pero cuando llega el momento de crecer, se topan con muros: trámites lentos, poca orientación legal y casi nula guía empresarial desde las instituciones.

Aun así, no se rinden. Existen iniciativas loables como el programa de incubadoras de la Autoridad Nacional para la Innovación Gubernamental (AIG), las capacitaciones del Instituto Nacional de Formación Profesional y Capacitación para el Desarrollo Humano (INADEH) y los espacios que algunas universidades están abriendo para la innovación. Pero aún falta una política más agresiva y estructurada que entienda que el emprendimiento juvenil no es un “hobby moderno”, sino una herramienta real de desarrollo económico, sobre todo en comunidades donde el empleo escasea.

Y ojo: no se trata solo de vender productos. Muchos jóvenes panameños están pensando en grande: soluciones tecnológicas, marcas sostenibles, agricultura inteligente, arte digital y plataformas de educación en línea. Ideas que, con el apoyo correcto, podrían no solo cambiar sus vidas, sino también impactar comunidades enteras.

Entonces, ¿qué podemos hacer como país? Primero, creer en ellos. Después, facilitar espacios de formación desde edades tempranas, crear fondos semilla realmente accesibles, simplificar los trámites para formalizar negocios y ofrecer acompañamiento legal y técnico. Porque cuando a un joven se le da confianza y herramientas, no hay techo que lo detenga.

Panamá necesita juventud valiente, pero la juventud necesita también un Panamá que no le cierre la puerta.

Hoy más que nunca, apoyar a nuestros jóvenes emprendedores no es solo una moda: es una inversión en el futuro. Y ese futuro —si lo permitimos— puede ser brillante, diverso y profundamente panameño.

La autora es docente.


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