En la memoria colectiva de Hispanoamérica, desde México hasta Argentina, están presentes dos expediciones punitivas del siglo XX:
La Expedición Punitiva del Ejército de Estados Unidos contra Pancho Villa (1916-1917), en represalia por el ataque contra Columbus, Nuevo México (9 de marzo de 1916), perpetrado por el caudillo revolucionario mexicano, quien destruyó esa población estadounidense para castigar a un vendedor de armas norteamericano que lo había estafado.
La Expedición Punitiva contra Lídice, ordenada en 1942 por Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, para destruir esa población de Checoslovaquia y asesinar a sus habitantes, en represalia por la ejecución, a manos de la resistencia checa, del genocida nazi Reinhard Heydrich, “Protector de Bohemia y Moravia”.
En ambos casos, las fuerzas armadas actuaron sin necesidad de una declaración de guerra, en represalia por una ofensa concreta. En el caso de Pancho Villa, México se encontraba en guerra civil, sumido en la anarquía y violencia de la Revolución Mexicana (1910-1920), y Estados Unidos, que se preparaba para entrar en la Primera Guerra Mundial, no quiso declararle la guerra a México; solo pretendía capturar y ejecutar a Pancho Villa por el ataque armado contra una población estadounidense y la muerte de civiles y soldados allí destacados.
En el caso de Lídice, la Alemania nazi era la potencia ocupante de Checoslovaquia, no existía un Estado soberano al cual declararle la guerra, y Hitler decidió perpetrar una represalia “ejemplarizante”: aniquilar a Lídice y a todos sus habitantes, sin distinción de sexo ni edad. Así actúan los genocidas.
Ante el criminal ataque terrorista de Hamás contra inocentes judíos en Israel, el 7 de octubre de 2023, el gobierno de Benjamín Netanyahu, en vez de ordenar la persecución y captura de los terroristas para su enjuiciamiento ante los tribunales de Israel por homicidios (1,200), secuestros (252), violaciones y demás crímenes, decidió que los inocentes “pagarían como culpables”. Ordenó una expedición militar punitiva —o castigo colectivo— contra toda la población palestina de la Franja de Gaza, donde la mayoría es árabe y musulmana, bajo ocupación militar israelí.
Los palestinos en la Franja de Gaza sufren discriminación legal por su raza, religión e identidad nacional. Están sometidos a leyes discriminatorias impuestas por Israel, juzgados por tribunales militares bajo legislación penal que viola el principio de igualdad ante la ley, el derecho a la defensa y al debido proceso. Incluso los niños palestinos son juzgados como adultos y condenados a penas draconianas.
Resulta escandaloso y cínico que democracias modernas también pisoteen los Derechos Humanos. Israel, fundado como República Democrática y Parlamentaria para evitar otro genocidio contra el pueblo judío, lleva años aplicando un régimen jurídico discriminatorio semejante al apartheid contra los palestinos.
La deriva extremista, religiosa y nacionalista que ha experimentado Israel bajo gobiernos como el de Netanyahu, explica —aunque no justifica— que, tras el ataque terrorista de Hamás, ordenara castigar colectivamente a la población civil palestina, incluyendo bebés, niños y mujeres. La expedición militar punitiva incluyó:
Cercar la Franja de Gaza, impidiendo que sus habitantes escaparan del asedio militar.
Cortar el suministro de electricidad, gas, combustibles, alimentos, medicinas y agua potable.
Provocar una hambruna deliberada, destruyendo hospitales y centros médicos.
Bombardear de forma masiva y sistemática infraestructuras civiles, hospitales, escuelas y centros de ayuda humanitaria, matando a más de 62,000 palestinos hasta marzo de 2025, la mayoría civiles desarmados, especialmente mujeres y niños, además de dejar más de 112,000 heridos.
Hoy, Gaza es un gueto moderno, comparable a los guetos judíos que los nazis crearon durante la Segunda Guerra Mundial para aislar, esclavizar y exterminar a los judíos europeos.
La desproporción entre las bajas palestinas y las bajas israelíes evidencia que no estamos ante una guerra regular, sino ante una matanza planificada y premeditada de civiles. A diferencia de la expedición de Pershing contra Villa, donde no se masacró a civiles mexicanos, en Gaza la operación militar israelí constituye un crimen contra la humanidad, con características de genocidio.
El objetivo oculto parece ser la limpieza étnica de los palestinos para facilitar, en el futuro, la ocupación total de sus territorios, como lo sugieren propuestas delirantes de figuras como Donald Trump, quien ha hablado de convertir Gaza en una “Riviera” tras desalojar a sus habitantes.
El mundo hoy es testigo, no de una guerra, sino de una expedición militar punitiva que amenaza con convertirse en uno de los capítulos más oscuros y vergonzosos de la historia contemporánea.
El autor es abogado.