Recientemente, con motivo del inaudito acontecimiento de la capital de la República sin el preciado líquido por más de 24 horas, me permití realizar un periplo doméstico por la región central del país, con sombrero y lupa en mano de urbanista.
El comentario se refiere al hecho de que es bueno y adecuado que se brinde mantenimiento a tales equipos. Lo que es inaudito es que tal equipamiento urbano de la capital de la República no cuente con redundancia eléctrica ni mucho menos de producción de agua potable, es decir, otra planta que respalde el suministro de agua a la ciudad. Que su población y visitantes deban soportar semejante hecho es una vergüenza generalizada, típica del subdesarrollo.
De vuelta al paseo con lupa urbanística en mano hasta Divisa, pude corroborar el rápido crecimiento inmobiliario que se manifiesta desde Panamá Oeste hasta Divisa. Y digo crecimiento porque no hay muestra alguna de un orden urbano ni mucho menos de un modelo de desarrollo urbano.
Sin pesimismo alguno, vislumbro que, luego de transcurridos 30 años, aquello mostrará una estructura urbana caótica, similar a la capital, La Chorrera o cualquier otra ciudad del istmo.
Leo en La Prensa la idea de reurbanizar la ciudad de Panamá, pero la pregunta es: ¿alguna vez estuvo o fue producto de algún proceso planificado de desarrollo urbano? Entonces, ¿cómo hacerlo si nunca realmente lo fue?
Solo el Casco Antiguo fue producto de ello en el siglo XVI, motivado por las ordenanzas de Felipe II de España, a propósito de la creación de ciudades en el Nuevo Mundo como resultado de las acciones de conquista y colonización.
Entiendo que algunos no estarán de acuerdo, y qué bueno. Pensarán que el sinnúmero de barriadas o urbanizaciones existentes desde San Francisco y en la periferia de la ciudad es desarrollo urbano. Pues sepan que solo se trata de crecimiento urbano, ya que la infraestructura, la vialidad, el transporte, el mobiliario y el equipamiento urbano no corresponden a una estructura urbana concebida, diseñada y planificada.
Sería como hacerla nueva, y el sitio actual es terriblemente inadecuado.
Lo cierto es que una estructura urbana de forma triangular como la de la ciudad capital de Panamá solo es producto y prueba clara de que aquello fue un crecimiento motivado por la fuerza del mercado inmobiliario, los grandes intereses particulares, el enclave gringo hasta 1977 y la bahía de Panamá.
La poca vialidad principal existente hasta hoy, longitudinal todas, converge en la avenida Central, que los expertos presidentes municipales aún mantienen cerrada.
De manera que sería más fácil, adecuado, económico, sensato y posible para todo el país, su economía y visión internacional, un proyecto de inversión para producir una nueva ciudad capital que merecemos en el sitio ya indicado en las otras dos entregas y que en esta sugiero de nueva cuenta.
Lo opuesto, reurbanizar la ciudad actual, es hacer algo que no fue y nunca ha sido. No hay forma de lograr semejante cosa urbanísticamente hablando.
Los costos serán incosteables e insostenibles, además de que la variable tiempo sería imposible de determinar. Es fácil pronunciar y eliminar “reurbanizar”, pero lo cierto es que es una actividad sumamente compleja.
Ello conlleva la determinación de un modelo de estructura urbana adaptable a lo existente, un programa de indemnizaciones, normativa, educación de la población en una nueva forma de vida en la ciudad, un nuevo sistema vial y de transporte, nuevas normas de desarrollo urbano, rezonificación del uso de suelo, revalorización del valor del suelo, etc.
Siempre se dice en arquitectura que es mejor y más barato construir de raíz que remodelar. Puede que sea cierto, pero dependerá de las dimensiones de la obra.
En urbanismo, las acciones de desarrollo urbano para remodelar, léase reurbanizar, conllevan variables físicas, económicas, legales y poblacionales, por lo que siempre será mejor realizar toda acción desde el principio y no tratar de enmendar actos anteriores.
No digo que no sea posible reurbanizar una ciudad. Hay muchos ejemplos en el mundo, como Curitiba, París, Singapur, etc. Sin embargo, afirmo que, para el caso nuestro, es más factible y viable producir una nueva ciudad que nos merecemos, con propósitos y misión definidos, como lo fue Brasilia, Canberra, Dubái y otros en proceso.
Bajo una mirada urbanística, Panamá, por su tipo y preponderancia internacional, debe presentarse al mundo con una estructura urbana del siglo XXI en adelante.
Debe ser digna de nosotros, engrandecernos y responder a sus funciones como ciudad estratégica de América y del mundo, como ciertamente lo es.
El autor es abogado y urbanista.