El 7 de julio, China y Brasil llegaron a un acuerdo para estudiar conjuntamente la construcción de un ferrocarril transcontinental que atravesaría la cordillera de los Andes y permitiría transportar productos brasileños directamente por ferrocarril hasta el puerto de Callao, en la costa pacífica de Perú. Si este proyecto se lleva a cabo, el tiempo de transporte de los productos brasileños a Asia a través del puerto de Callao se reduciría en 12 días, ya que no sería necesario pasar por el Canal de Panamá. El Gobierno brasileño considera que esta medida reforzará sus lazos comerciales con el mercado asiático.
Sin embargo, el acuerdo ha suscitado una controversia sobre la soberanía, ya que no se ha consultado suficientemente a las autoridades peruanas. En este artículo se analiza, desde una perspectiva geopolítica, la verdadera intención estratégica que se esconde detrás de este acuerdo impulsado por China y se señala el riesgo de un nuevo colonialismo al que podría enfrentarse América Latina.
Las verdaderas motivaciones de China para construir ferrocarriles en Sudamérica
En los últimos años, China ha ampliado continuamente su influencia global a través de la «Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda», lo que está íntimamente relacionado con la creciente competencia estratégica entre Estados Unidos y China y las repercusiones de la guerra comercial entre ambos países.
Como es bien sabido, la economía china ha experimentado un rápido crecimiento en las últimas dos décadas y, gracias a su mano de obra barata y a su sistema de gobierno centralizado, se ha convertido rápidamente en el centro de la industria manufacturera mundial. La adquisición de marcas tan conocidas como Volvo, Steinway y MG por parte de empresas chinas pone de relieve el enorme poderío económico de este país. Esta fuerza también ha impulsado a China a ganar confianza y a intentar disputar a Estados Unidos el liderazgo mundial.
Esta ambición hegemónica de China se ha manifestado concretamente en los últimos años con su expansión militar y estratégica en el Pacífico occidental, que, a través de la «Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda», no solo tiene repercusiones económicas, sino que también aumenta la capacidad de abastecimiento de las fuerzas armadas chinas en el extranjero. Tomemos como ejemplo el puerto de Callao, en Perú. Los medios de comunicación han revelado que la empresa china que gestiona este puerto está obligada a proporcionar apoyo militar al Ejército Popular de Liberación, lo que ha suscitado una gran preocupación en la comunidad internacional por la posibilidad de que el Gobierno chino convierta el puerto en una base militar, lo que pone aún más de manifiesto las intenciones militares y estratégicas que se esconden detrás de la cooperación económica china.
Ni los republicanos ni los demócratas estadounidenses pueden ignorar la expansión de China. Desde 2018, Estados Unidos ha aumentado considerablemente los aranceles sobre los productos chinos, lo que ha afectado a la voluntad de inversión extranjera en China y ha provocado un aumento del desempleo interno, frecuentes impagos de la deuda de los gobiernos locales y una recesión económica. Sin embargo, China no ha respondido a estas dificultades ajustando su política económica interna, sino que ha optado por exportar su exceso de capacidad productiva al exterior a través de la «Franja y la Ruta», y por conceder préstamos a los países signatarios para la construcción de puertos, ferrocarriles y otras infraestructuras, con el fin de que estos países dependan a largo plazo de los fondos chinos y así transferir sus dificultades económicas internas.
La cooperación entre China y Brasil para construir un ferrocarril directo al puerto de Cuiabá no solo permitirá a China acceder de forma más eficiente a los recursos brasileños, sino que también creará las condiciones para la entrada masiva de productos chinos en Brasil y en todo el mercado latinoamericano. Tras la decisión de Panamá de retirarse oficialmente de la «Franja de un Cinturón, una Ruta» en 2025 y la venta, en marzo, por parte de la empresa hongkonesa Cheung Kong Holdings, de los derechos de explotación de los puertos de Balboa y Cristóbal, situados a ambos extremos del Canal de Panamá, al grupo estadounidense BlackRock, China necesita urgentemente una nueva estrategia alternativa, por lo que el ferrocarril transcontinental se ha convertido en un medio importante para reconstruir su influencia en América Latina.
El impacto de la estrategia china en los países latinoamericanos
El acuerdo de cooperación entre China y Brasil se produce en un momento delicado, en el que China está perdiendo influencia en los alrededores del Canal de Panamá. Con este acuerdo, China no solo intenta reconstruir su influencia en la región, sino que también pone a prueba la reacción de Perú y otros países latinoamericanos ante su acuerdo privado con Brasil.
¿Por qué China presta especial atención a la reacción de los países latinoamericanos?
A los ojos de algunos responsables políticos chinos, los países latinoamericanos son muy débiles en cuanto a la coordinación interna y regional debido a su fragmentación geográfica, las diferencias lingüísticas y la división de los poderes locales, lo que les impide unirse para hacer frente a las influencias externas. Además, las posiciones de cada país respecto a la política china son dispares, lo que lleva a China a pensar que no encontrará grandes obstáculos para su desarrollo en América Latina. Esta situación favorable a China se refleja concretamente en su modelo de préstamos e inversiones en infraestructuras en los países latinoamericanos.
Los países latinoamericanos son, en general, pobres y tienen dificultades para construir infraestructuras por sí mismos, por lo que solicitan préstamos a China y ceden los derechos de explotación de las infraestructuras a empresas chinas. Al mismo tiempo, importan grandes cantidades de productos industriales de China y exportan principalmente minerales y energía. Este modelo es idéntico al colonialismo del siglo XIX, solo que hoy en día el colonizador es China.
El ejemplo más famoso es el puerto de Hambantota, en Sri Lanka, que, al no poder pagar los préstamos chinos, acabó cediendo los derechos de explotación del puerto a China por 99 años. Este tipo de casos son precisamente los que deben alertar especialmente a los países latinoamericanos.
¿Cómo deben responder los países latinoamericanos?
Es razonable prever que la actual política de expansión de China se ralentizará gradualmente debido a las dificultades internas y externas. Sin embargo, los problemas fundamentales del declive económico y el aumento del desempleo en China no se deben únicamente a la presión ejercida por Estados Unidos, sino a la presión que Xi Jinping sufre por los desafíos al poder dentro del Partido Comunista Chino. Si China logra expandir su influencia en América Latina a través de proyectos ferroviarios transcontinentales, Xi Jinping podrá consolidar su poder y los desafíos internos, la presión externa y los problemas económicos podrían aliviarse temporalmente.
Por lo tanto, para los países latinoamericanos, es urgente hacer frente a la erosión económica de China. No solo deben reforzar la coordinación y la integración entre los gobiernos centrales y locales de cada país, sino que también deben establecer una visión y una posición comunes para hacer frente a la amenaza económica y estratégica de China.
Los países latinoamericanos deben evitar convertirse en un mercado de dumping para el exceso de capacidad productiva de China y, más aún, en víctimas de un nuevo tipo de colonialismo.
Los países latinoamericanos pueden coordinar una política común hacia China a través de mecanismos regionales como la Organización de los Estados Americanos (OEA) y buscar la cooperación de otros países democráticos, como Estados Unidos y Europa, para establecer vías alternativas de financiación de infraestructuras con el fin de preservar la soberanía nacional y la autonomía regional.
La expansión exterior de China es una señal de alarma, y los países latinoamericanos deben actuar de inmediato para no lamentarlo en el futuro.
El autor es doctorando en el Instituto de Asuntos Internacionales y Estudios Estratégicos Universidad Tamkang (Taiwán).