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¿La vida de tu hijo tiene precio?

Si te dijera que con 50 dólares puedes salvar la vida de tu hijo, ¿me creerías?

En Panamá, los accidentes de tránsito siguen siendo una de las principales causas de muerte y lesiones en niños menores de 12 años. Aunque se habla con frecuencia de seguridad vial, pocas veces nos detenemos a mirar con atención las cifras que afectan directamente a nuestros hijos. Y son cifras que duelen.

Entre 2005 y 2012, más de 10,600 niños de 0 a 14 años fueron víctimas de accidentes de tránsito en el país. De ellos, 213 fallecieron. Solo en ese período, el grupo de 0 a 5 años fue el más afectado, con 74 muertes. Años después, las cifras no han mejorado significativamente. Según un estudio de la Clínica Médico Legal del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, durante 2019 y 2020 se evaluaron 229 casos de menores pasajeros involucrados en hechos de tránsito. El hallazgo más alarmante: menos del 30% de los niños mayores de un año usaban sistemas de seguridad preventiva al momento del accidente.

Esto significa que la mayoría de los niños que viajaban en vehículos no estaban adecuadamente protegidos. Y eso tiene consecuencias directas y, muchas veces, irreversibles. Porque aunque no siempre podamos evitar un accidente, sí podemos prevenir que se convierta en tragedia.

Estudios internacionales han demostrado que el uso correcto de sistemas de retención infantil puede reducir la mortalidad en un 70% en niños menores de un año, y entre un 54% y 80% en niños de 1 a 4 años. No se trata de una opinión ni de una recomendación opcional: se trata de evidencia sólida, basada en datos.

La solución no es vetar una ley que busca proteger a los más vulnerables. La solución es encontrar estrategias que garanticen que todas las familias con automóvil puedan contar con sistemas de retención adecuados para sus hijos. Así como al comprar un carro presupuestamos el seguro, la gasolina mensual o el mantenimiento, es hora de incluir también una silla de retención infantil.

El argumento de que las sillas son costosas no puede pesar más que el valor de una vida. Es cierto que algunas superan lo que muchas familias pueden pagar, pero también existen alternativas seguras y accesibles en el mercado. Lo que no es aceptable es seguir normalizando que los niños viajen sueltos en el asiento trasero o, peor aún, en brazos de un adulto.

Salvar la vida de un niño nunca debe verse como un inconveniente. Adoptar un sistema de retención infantil no es un gasto, es una inversión en seguridad, en tranquilidad y en el futuro de quienes más amamos. Cada vez que colocamos correctamente a nuestros hijos en sus sillas, les estamos diciendo sin palabras: “te cuido, tu vida importa”.

Es hora de tomar decisiones responsables. Por nuestros hijos. Por sus vidas.

La autora es pediatra.


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