La revista The Lancet ha dado la voz de alarma: los drásticos recortes en los programas de salud financiados por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) podrían provocar más de 14 millones de muertes evitables antes de 2030, incluyendo 4,5 millones de niños menores de cinco años. Esta tragedia será el resultado directo de decisiones políticas tomadas en Washington, guiadas por una ideología que prioriza los recortes fiscales para los más ricos por encima de la vida de millones en el Sur Global.
Según el estudio, entre 2001 y 2021, USAID contribuyó a prevenir más de 91 millones de muertes, 30 millones de ellas en niños. Sus programas lograron reducir la mortalidad general en un 15%, la infantil en un 32 %, y las muertes por enfermedades como el VIH/SIDA, la malaria y las enfermedades tropicales desatendidas entre un 50% y un 65%.
Sin embargo, en enero de 2025, el nuevo gobierno de Donald Trump, en una decisión política deliberada, firmó la orden ejecutiva que suspendió el 83% de los programas de USAID.
Mientras se cancelan fondos esenciales para salud y nutrición en países de África, Asia y América Latina, los legisladores republicanos impulsan una nueva ley fiscal —apodada la “Gran Bella Ley”— que profundiza las ventajas tributarias de los ultrarricos, incluso a costa de los sectores más vulnerables dentro de los propios Estados Unidos.
La contradicción es brutal: mientras se predicen millones de muertes por la retirada de fondos de USAID, cinco de los principales multimillonarios estadounidenses —Jeff Bezos, Elon Musk, Warren Buffett, Michael Bloomberg y Peter Thiel— evitaron pagar cerca de 92 500 millones de dólares en impuestos entre 2014 y 2018. Solo Bezos, cuya fortuna creció en 99 000 millones de dólares en ese período, pagó menos del 1 % en impuestos efectivos. De haberse aplicado tasas justas, como al común de los mortales, su contribución habría superado los 56 000 millones de dólares.
Para ponerlo en perspectiva, el presupuesto anual de USAID en salud en 2023 fue de apenas 9,5 millones de dólares. Lo que evitaron contribuir Bezos y Musk en cinco años habría financiado los programas de salud global por más de una década.
Y hay más: la “Gran Bella Ley” también amenaza con recortes al seguro médico y cupones de alimentos para los más pobres, así como en los subsidios de vivienda y la privatización parcial del Seguro Social. Todo para sostener los beneficios fiscales de billonarios que, en algunos casos, pagan cero impuestos federales.
Mientras tanto, otros países desarrollados continúan intentando cumplir con su responsabilidad global. Noruega y Luxemburgo, por ejemplo, destinan más del 1% de su ingreso nacional bruto a la cooperación internacional. Por su parte, los Estados Unidos apenas alcanzaron el 0,24% en 2023, y ahora abandonan de facto su rol como principal donante mundial en salud.
Este abandono acentúa una desigualdad ya escandalosa. Hoy, el 1% más rico del planeta concentra más riqueza que el 90% restante.
Esta situación no solo es injusta: es insostenible.
La historia nos ofrece un sombrío precedente. Las enormes desigualdades existentes a inicios del siglo XX dieron paso al ascenso del bolchevismo y la Gran Depresión de 1929, así como al fascismo, el nazismo y el militarismo nacionalista. Fue el resultado de un sistema económico que excluyó a las mayorías y que colapsó sobre sus propias contradicciones.
Si no se actúa pronto —con medidas como impuestos a la riqueza, eliminación de paraísos fiscales, reformas fiscales globales— nos encaminamos hacia una nueva era de convulsiones sociales y geopolíticas. El ejemplo de las bodas de ultramillonarios, como la de Bezos en Venecia, con fuegos artificiales de millones de dólares y viajes espaciales pagados con trucos fiscales, es sintomático de un orden que se tambalea.
No se trata solo de salvar vidas en el Sur Global. Lo que está en juego es la estabilidad del sistema internacional y el futuro mismo de nuestras democracias.
La tragedia humanitaria puede y debe evitarse, pero el reloj sigue corriendo .
El autor es médico salubrista.