Leo The Singularity is Nearer, el último libro del genio inventor Ray Kurzweil, quien lleva años compartiendo y explicando su teoría de la singularidad, según la cual la tecnología nos está conduciendo hacia una transformación radical de la humanidad.
Hace 15 años asistí a tres seminarios de Kurzweil en Nueva York. Lo sigo desde entonces.
La computadora, inventada por el británico Alan Turing para descifrar los códigos secretos de la marina alemana, costó millones. En ese momento, Turing lanzó un reto: solo cuando una computadora pase la prueba de Turing se le podrá considerar igual a un ser humano.
El progreso de la tecnología computacional dejó atrás la ley de Moore —según la cual la capacidad de procesamiento se duplicaría cada dos años— y dio paso a un crecimiento exponencial. Cada dos años, la capacidad se multiplica cientos de veces; cada cuatro, millones; y así sucesivamente. La tecnología progresa billones de veces día a día.
Este avance exponencial también ha abaratado la computadora. Ochenta años después de su invención, todos tenemos una. Y pronto costarán menos de un dólar.
En su camino hacia superar nuestra inteligencia, la inteligencia artificial ha comenzado a descubrir avances que ya mejoran la salud y el bienestar humano. Puede encontrar rápidamente soluciones para enfermedades que hoy consideramos incurables.
Basta entrar a un hospital moderno o a una sala de urgencias para ver tomógrafos, CAT scans, radiografías, electroencefalografías. Lo mismo ocurre en una clínica dental, en la comunicación y en el transporte.
Desde hace más de una década, somos inseparables de los celulares, y vemos cómo surgen nuevos servicios constantemente. Muchísimas personas han dejado de ser completamente humanas, con prótesis e implantes que reemplazan rodillas, caderas, piernas, brazos e incluso sentidos como el oído, ahora conectados directamente al cerebro.
Sin embargo, aunque la computadora ya ha derrotado al mejor ajedrecista del mundo y al mejor jugador de Jeopardy, todavía no ha pasado la prueba de Turing.
Kurzweil predice que eso ocurrirá en el año 2029. Cuando llegue la singularidad, serán totalmente humanas.
Ya tenemos asistentes más inteligentes, creativos e ingeniosos que muchos de los más dotados de nuestra especie.
¿Por qué temer a la inteligencia artificial? Es cierto que podemos imaginar escenarios macabros sobre lo que ocurriría cuando ellos —robots y clones— sean todopoderosos. ¿Nos dominarán? ¿Nos harán la guerra? ¿Nos aniquilarán? Pero como estamos todavía en proceso de construirla, podemos prevenir esas catástrofes.
Yo misma escribí un cuento en el que los robots, hartos de ver cómo los humanos destruyen el planeta, deciden salvar la Tierra. Organizan misiones pioneras a Marte, lo adaptan para la vida humana... y nos exilian allá.
Pero la realidad que nos muestra Kurzweil es todo lo bueno que la inteligencia artificial ya está haciendo —y todo lo que hará. En sus palabras:
“Eventualmente, la nanotecnología permitirá expandir directamente nuestros cerebros con capas de neuronas virtuales en la nube. Este fenómeno ampliará nuestra inteligencia y conciencia de manera tan profunda que se hará difícil de comprender.”
A fines de los años 2030, seremos capaces de replicarnos. No todos querrán hacerlo, pero la tecnología estará disponible. Muchos habremos transferido toda la información de nuestro cerebro a un androide y existirán el Yo1 y el Yo2, ambos seguros de ser el original.
Incluso podremos guardar nuestra memoria en un chip, para usarla si llegamos a perderla.
Yo, personalmente, ¡quisiera tener mi respaldo ya!
La autora es escritora.