La historia del corpus de la literatura panameña está marcada por figuras pioneras que, desde sus obras, sentaron las bases de la tradición literaria del país. Estos pioneros representan para Panamá, en estos momentos de crisis, una voz que grita desde la memoria y la conciencia.
Martín Jamieson en su libro Juguemos: entretenimientos de literatura panameña (2001), un libro que debería reeditarse y actualizarse para que los jóvenes puedan conocer un poco más la literatura panameña de forma divertida, nos introduce en las primeras páginas con los pioneros en diversos géneros.
Los primeros en inaugurar el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró, que fue creado en 1942, cuando solo existían tres géneros, fueron Stella Sierra (poesía), con Sinfonía jubilosa en doce sonetos. José A. Cajar Escala (novela), con El cabecilla y Rodrigo Miró (ensayo), con De la vida intelectual en la colonia panameña.
Pero la primera mujer panameña en escribir versos, según nos refiere Rodrigo Miró en su estudio La literatura panameña: origen y proceso, fue Amelia Denis (1836-1911) quien es considerada la primera poetisa panameña, reconocida por su emotivo poema Al Cerro Ancón, una elegía a la pérdida de la soberanía del Canal. Un tema de permanente conflicto en nuestra poesía parece ser la soberanía.
De los románticos también podemos mencionar al chorrerano Tomás Martín Feuillet (1832–1862) cuya figura es una de las pioneras de la literatura panameña, especialmente en el campo de la poesía romántica. Con solo 30 años, murió como un gladiador de catorce bayonetazos, uno de ellos le tumbó el brazo y otro le destrozó la cara. No se puede hablar de la poesía romántica de Panamá sin mencionar a Tomás Martín Feuillet, cuyo nombre lleva uno de los parques más descuidados de La Chorrera.
El primer novelista panameño fue Gil Colunje que escribió La virtud triunfante (1849), considerada la primera novela panameña. Fue publicada originalmente por entregas y luego reproducida en el periódico El Cronista en 1911. Ismael García S. fue el primero en compilar una historia sistemática de las letras panameñas con su obra Historia de la literatura panameña (1964).
El primer panameño conocido como autor de una tragedia en verso fue Víctor de la Guardia y Ayala que escribió La política del mundo, una tragedia estrenada en 1809 en Penonomé, siendo la primera obra teatral panameña documentada. En Primera historia del teatro en Panamá (1985), de Héctor Rodríguez, podemos leer que este autor ejercía el cargo de alcalde de Natá, cuando dramatiza la invasión que los franceses hicieron a España. El teatro, históricamente, desde sus orígenes griegos, ha sido utilizado como alegoría para reflejar la política y los conflictos humanos.
El primer panameño que publicó cuentos de calidad fue Salomón Ponce Aguilera (1850-1945). Sus relatos se publicaron en la Revista Gris (1892-96), de Bogotá, consolidándose como uno de los primeros cuentistas panameños reconocidos. Y el primer panameño en escribir un libro de cuentos, propiamente tal, fue Darío Herrera (1870-1914). Su libro, Horas lejanas (1903), se publicó en Argentina y fue fundamental en la prosa modernista, de acuerdo a Rodrigo Miró en su libro El cuento en Panamá (1996).
Demetrio Korsi (1899-1957) fue pionero en incorporar temas y ritmos afroantillanos en su poesía. Su poema, Incidente de Cumbia (1935), aún sigue siendo objeto de representaciones teatrales y declamaciones poéticas. El primer reivindicador de la figura de Victoriano Lorenzo, como héroe y líder indígena de la Guerra de los Mil Días, fue Ramón H. Jurado con su novela Desertores (1952).
Rogelio Sinán introduce el vanguardismo en Panamá en el año 1929 con su poemario Onda. Es una obra fundacional de la literatura en Panamá del siglo XX. Su publicación marcó una ruptura con la poesía modernista tradicional y abrió paso a una lírica experimental, abierta a las influencias estéticas europeas.
La primera panameña en publicar un libro de versos fue Zoraida Díaz (1880–1948). Con Nieblas del alma (1922), se convierte en la primera mujer panameña en publicar un poemario. Su presencia en el escenario literario panameño es un avance importante en la visibilización de la voz femenina en la cultura panameña del siglo XX. El libro Terruños de lo chico (1931), de Graciela Rojas Sucre (1904-1992) es el primer libro de cuentos propiamente tal publicado por una mujer, según la investigación de Enrique Jaramillo Levi que podemos leer en Flor y nata (mujeres cuentistas de Panamá).
Curiosamente, descubre Jaramillo Levi, después del libro de Zoraida Díaz, pasarán 31 antes de que otra mujer panameña escriba un libro de cuentos y es Moravia Ochoa con Yesca (1962), obra que ganó el primer lugar del Premio Ricardo Miró. Esta autora, que también es una excelente poeta, será la primera mujer más joven en ganarse el Miró en 1958, en la rama de poesía con el poemario Raíces primordiales (1961). Moravia solo tenía 17 años, siendo aún estudiante del Instituto Nacional.
Hena González de Zachrisson fue la primera escritora de literatura infantil panameña en recibir el prestigioso Premio Cervantes Chico 2021. Carlos Francisco Changmarín elevó la décima panameña a una categoría poética, porque antes solo se le consideraba como un cantar campesino. Podemos concluir, que la literatura panameña es un constante diálogo con la realidad de la historia panameña.
El autor es escritor.