En julio del 2005 escribí un artículo en El Faro (publicación de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) que titulé “Las transiciones del Canal de Panamá”. En aquel artículo identifiqué como la primera transición, la que inició en el año 1979 con la implementación del Tratado Torrijos-Carter y concluyó el 20 de diciembre de 1989. La segunda transición, que inició en enero de 1990 y concluyó en 1999, y la tercera transición que inició con la transferencia del Canal y culminó con la inauguración de la ampliación del Canal.
Posterior a la inauguración de la ampliación del Canal, en el año 2016, escribí otro artículo que titulé la cuarta transición; y que se refería a cómo aprovechar la ampliación del Canal y el potencial que nos ofrecía el mejoramiento de nuestras ventajas competitivas. En aquel artículo sugerí que era el momento de realizar nuevamente un debate entre las fuerzas políticas, económicas y sociales pues consideraba que era necesario que renováramos el modelo económico del país para maximizar las oportunidades que nos daba la región interoceánica y la forma en que debíamos integrar al resto del país a través de esas oportunidades.
El tiempo pasó y henos aquí, reflexionando nuevamente sobre lo que pudiera ser la quinta y última transición, producto de la selección del futuro administrador que reemplazará al Ing. Jorge L. Quijano. Pienso que los panameños no le hemos dado suficiente análisis a este hito histórico. La junta directiva ha indicado que están buscando a alguien que no venga de adentro de la institución. El perfil que están buscando no ha sido divulgado por lo que me atrevo a especular que buscan a alguien que le dé un giro más empresarial al Canal. Igual, se han filtrado nombres y glosas que parecieran indicar que hay presiones políticas a favor y/o en contra de algunos de los candidatos que están siendo evaluados.
Al margen de esas conjeturas, como conocedor del Canal y protagonista de las cuatro transiciones anteriores, con todo el respeto que se merece la junta directiva, me atrevo a emitir una opinión ante la ciudadanía.
En el Congreso Universal de 1997, recuerdo las palabras del entonces ministro del Canal, Jorge Eduardo Ritter en su ponencia que dijo que el Canal de Panamá tenía un “alma” y quiero expandir el concepto. La mística que existió en el Canal por parte de sus trabajadores provenía de un sentimiento de compromiso, de proteger y custodiar el Canal. Las generaciones de norteamericanos que sintieron el Canal como propio, todavía añoran esa época. Los panameños que posteriormente entraron a la fuerza laboral, heredaron mucho de ese compromiso, tomaron la bandera y mantuvieron la mística. Éramos los panameños que vivimos la segunda, la tercera y la cuarta transición.
La quinta transición ya comenzó. La mayoría de la población laboral que entró en 1979 está cerca de jubilarse, si no lo ha hecho ya. Por información que manejo de parte de muchas personas en el Canal, la realidad es que ya no se siente el mismo clima de compromiso. No creo que sea responsabilidad únicamente de la administración, en este último período han ocurrido muchas cosas que han empañado la imagen del Canal ante la comunidad nacional e internacional. El proyecto de ampliación, los reclamos; los ataques al Canal por parte de actores económicos opuestos a la intención de desarrollar otras actividades económicas; la intromisión de la Asamblea Nacional en su presupuesto; las investigaciones a miembros de su junta directiva; las interrupciones del servicio de remolcadores; todos estos factores han contribuido a que el Canal se encuentre en esa quinta transición hacia un destino que no está del todo definido, pero que no es del todo favorable.
La designación de un nuevo administrador, que traerá como consecuencia el nombramiento de nuevos vicepresidentes en los cargos principales, presagian cambios que pudieran tener un impacto importante en el futuro de la institución.
Es una responsabilidad muy grande que conlleva riesgos inmensos. Pienso que lo más indicado en estos momentos, en que el país está en la coyuntura electoral, es elegir a alguien que conjugue lo mejor de los dos mundos. Que tenga la experiencia nacional e internacional en el mundo privado empresarial, pero que también conozca el “alma” del Canal para que los cambios para modernizar la institución e integrarla al desarrollo del país sean lo menos traumáticos posibles. Debe ser alguien que conozca la realidad laboral y financiera del Canal, pero igual el potencial económico que ofrece al país, específicamente en el desarrollo marítimo y logístico.
Lo importante es que la selección del futuro administrador no sea caracterizada por influencias políticas y que seleccionen al mejor para Panamá y su futuro. De lo contrario, esta quinta transición pudiera ser la última.
El autor es consultor internacional en temas logísticos y marítimos