En los últimos 15 años, Panamá ha incrementado su masa crítica de expertos formados en Ciencia y Tecnología (CyT), alcanzando un total de 306 profesionales con estudios a nivel de doctorado. Esta comunidad especializada incide positivamente en la resolución de problemáticas nacionales como la calidad del agua, la inocuidad alimentaria y el desarrollo de las ciencias de la computación, gracias a su conocimiento del entorno y sus particularidades. Son quienes dan los primeros pasos para transformar las aulas, los laboratorios y los programas educativos en el interior del país.
Algunos de estos profesionales, formados en investigación científica, se desempeñan como docentes en diversas instituciones educativas, donde trabajan con constancia y discreción para mejorar la calidad de la formación de nuevas generaciones. Además de su labor docente, generan y difunden resultados de investigación mediante publicaciones científicas, lideran proyectos académicos y, en algunos casos, han obtenido cátedras por concurso.
A partir de 2015, el Estado panameño formalizó el proceso de inserción de expertos en CyT. Desde entonces, 112 profesionales —provenientes tanto de universidades nacionales como extranjeras— han ingresado al sistema. De ellos, 56 han reforzado la planta docente en universidades públicas, privadas, instituciones de educación técnica superior y en el Ministerio de Educación (Meduca). Lo destacable es que una parte de estos profesionales se ha integrado al sistema educativo en el interior del país. Por ejemplo, 14 de ellos se encuentran en las provincias de Chiriquí, Coclé, Veraguas y en la región de Azuero: 10 en universidades públicas, 2 en universidades privadas y 2 en el Meduca.
¿Qué motiva a un experto con formación internacional a desarrollar su vida académica y científica en las provincias?
La Dra. Nacarí Marín, del Centro Regional de Azuero de la Universidad Tecnológica de Panamá, explica que su decisión fue inicialmente de carácter personal y familiar: buscaba un lugar adecuado para criar a sus hijos. Lleva ya ocho años viviendo en la región central del país. Con el tiempo, esa decisión ha tenido un impacto laboral positivo. Al reflexionar, comenta: “Lo que me sigue motivando es trabajar con los muchachos que buscan apoyo. Debo destacar que no se trata solamente de mi persona, sino que somos un equipo de trabajo que busca precisamente ver de qué manera podemos generar capacidades locales en esta región”.
De forma similar, el Dr. Eyvar Rodríguez, subdirector del Centro de Investigación Herbario (UCH) en la Universidad Autónoma de Chiriquí, ha encontrado estudiantes que comparten su pasión por conocer el medio ambiente en el que vivimos. Coincide con la Dra. Marín en que nada motiva más que un estudiante curioso, comprometido y apasionado por el conocimiento.
La inversión en talento humano está dando frutos, aunque no siempre sean visibles de inmediato. Corresponde ahora continuar identificando y apoyando este valioso recurso, realizando los ajustes necesarios para avanzar en un mundo transformado por tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, que están automatizando muchas tareas cognitivas tradicionales.
Necesitamos identificar y desarrollar profesionales con impulso para aprender durante toda la vida, capaces de construir relaciones de confianza, colaborar, liderar con sentido ético y actuar con determinación en contextos complejos. Personas con iniciativa, con una misión personal clara y una chispa interior que les permita crecer y hacer crecer a otros.
Angie Garcés es subdirectora de Desarrollo de Capacidades Científicas y Tecnológicas de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Jane Saldaña es consultora independiente.