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Tal Cual

POR FUERA. Este lunes se reanuda el juicio por peculado en perjuicio del extinto PAN, a través de la compra de granos. A partir de ahora, deberán desfilar ante la juez Águeda Rentería los peritos y testigos requeridos por los abogados de los 44 imputados. No se espera que entre los declarantes esté Mario Martinelli, ya que ni siquiera tuvo que involucrar a los demás para que la juez validara su acuerdo de pena. Simplemente se declaró culpable, reconoció su participación como “cómplice primario” y aceptó el comiso de $2.3 millones. No tiene ninguna obligación con la fiscalía para testificar ni deberá ayudar a que se haga justicia.

GIRO. Hablando de convictos, la semana pasada el pleno de la Corte Suprema admitió una demanda de inconstitucionalidad presentada por Ángel Álvarez contra la condena de 128 meses de prisión impuesta a Ricardo Martinelli por blanqueo de capitales. Es interesante la actuación de la magistrada Ariadne García: en enero pasado votó para que no se admitiera una demanda similar por estos mismos hechos. Si la Constitución no ha sido modificada desde el año 2004, ¿por qué García cambió de criterio entre una votación y otra?

ADVERTENCIA. Ante los llamados a manifestaciones y huelgas por parte de algunos gremios y sindicatos, la Policía Nacional desplegó sus preparativos en Colón, con el director Jaime Fernández y el ministro de Seguridad Pública, Frank Ábrego, pasando “revista” a la tropa. A ver quién se anima a alterar el orden público y la paz social.

DESMEMORIADO. Los rectores de las universidades estatales han cerrado filas en contra del proyecto de ley que impide que se reelijan de forma inmediata. Uno de los principales detractores de dicha iniciativa es Eduardo Flores, rector de la Universidad de Panamá (UP). Cuando hacía campaña para ocupar ese cargo, prometió modificar la ley orgánica de la UP, precisamente para eliminar la reelección que tanto defiende ahora, ya que entonces consideraba que esa práctica era “la semilla de muchos males en la universidad, porque por ahí empieza el clientelismo”. Funcionarios como esos son los peores enemigos de sus propias palabras. Después se quejan cuando nadie les cree nada.


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