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Un hito en la salud global: el Acuerdo sobre pandemias de la Organización Mundial de la Salud

El 20 de mayo de 2025, la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), principal órgano decisivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), adoptó un histórico Acuerdo sobre pandemias. Panamá participó en la decisión, representada por el ministro de Salud, Dr. Fernando Boyd Galindo. El acuerdo fue impulsado por las deficiencias de cooperación internacional durante la pandemia de covid-19, y busca establecer un marco integral para la prevención, preparación y respuesta equitativa ante futuras emergencias sanitarias.

Uno de los avances clave del acuerdo es la codificación del enfoque de “Una sola salud”, que reconoce la interdependencia entre la salud humana, animal y ambiental. Se exige que los países elaboren planes nacionales para prevenir pandemias, considerando los riesgos en la interfaz humano-animal-ambiente. También se promueve la inclusión de factores como la deforestación, el uso del suelo y el cambio climático, además de fomentar capacitaciones conjuntas entre personal de salud de diversas disciplinas.

El tratado fortalece las capacidades sanitarias tomando como base el Reglamento Sanitario Internacional (RSI), y hace énfasis en la atención primaria y la cobertura sanitaria universal. Se promueve el acceso equitativo a cuidados clínicos, el fortalecimiento de laboratorios, la mejora en diagnósticos y la protección del personal de salud, priorizándolos durante emergencias.

Durante la pandemia de covid-19, se evidenció una gran inequidad, cuando los países ricos acapararon diagnósticos, tratamientos y vacunas. En respuesta, el acuerdo propone un nuevo modelo de distribución más justo y sostenible, alejado de la dependencia de donaciones. Los Estados deberán fortalecer sus agencias regulatorias y fomentar la investigación y el desarrollo con condiciones que aseguren el acceso público. Además, el artículo 10 promueve la fabricación descentralizada de productos médicos, especialmente en regiones con menor capacidad productiva.

El artículo 11 establece que los países deben facilitar la transferencia de tecnología, incluso mediante licencias de tecnologías de propiedad estatal, en apoyo a programas como el de Acceso a Tecnologías de Salud de la OMS. Aunque las negociaciones fueron intensas, se acordó que la transferencia será bajo términos “mutuamente acordados”, preservando el derecho a recurrir a licencias obligatorias según el Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual (ADPIC).

Otro componente central es el Sistema de Acceso y Reparto de Beneficios (PABS), que busca compartir muestras de patógenos y datos genómicos con un repositorio global. A cambio, los fabricantes deberán destinar al menos un 20% de su producción a la OMS (10% como donación y 10% a precios accesibles). Este sistema es esencial, ya que el tratado no podrá firmarse hasta que se apruebe un anexo con su implementación detallada.

Para evitar interrupciones en el suministro de productos médicos, como ocurrió durante la covid-19, el acuerdo establece una red logística bajo liderazgo de la OMS. También impone obligaciones para evitar el acaparamiento y las restricciones a la exportación. En cuanto a la desinformación, se promueve la transparencia, aunque la regulación de redes sociales sigue generando debate por su impacto en la libertad de expresión.

Aunque no se creó un fondo específico ni se impusieron obligaciones financieras, se estableció un Mecanismo Financiero Coordinador, que identificará necesidades, rastreará recursos y canalizará contribuciones voluntarias.

El tratado será gestionado por una Conferencia de las Partes (COP), encargada de evaluar su aplicación, proponer mejoras y desarrollar protocolos adicionales. Sin embargo, no cuenta con mecanismos coercitivos ni sancionadores.

Estados Unidos, históricamente un actor clave en negociaciones multilaterales, no participará en el acuerdo debido a su retiro previo de la OMS y objeciones sobre la transferencia de tecnología. Esta ausencia podría aislarlo frente a futuras emergencias, mientras universidades y farmacéuticas de otras regiones aprovecharán nuevas oportunidades.

Pese a sus limitaciones, la adopción del Acuerdo sobre pandemias marca un hito en la gobernanza sanitaria global y fortalece el multilateralismo. Para países como Panamá, representa una herramienta esencial para enfrentar futuras pandemias con mayor preparación y equidad.

El autor es médico salubrista.


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