Los eventos actuales me hacen recordar las postrimerías de la década de los 60, cuando éramos jóvenes, y en esa juventud de antaño teníamos ardientes sentimientos de nacionalismo y rechazábamos el enclave colonial dentro de nuestro territorio soberano. Más de 50 años han transcurrido desde la gesta del 9 de enero, y los logros alcanzados se están desvaneciendo, porque la tendencia actual es la de dormir con el enemigo.
Es increíble lo que está haciendo el gobierno. Recordemos que no es de todos los panameños, pues fue electo por un tercio de la población, aceptando, negociando o acomodándose de la forma que más les convenga, con el que otrora fue un país amigo de Panamá y ahora se declara abiertamente como enemigo. ¿Cómo catalogarían ustedes a quien pretende invadirnos, mancillar nuestra soberanía, imponernos directrices y militarizarnos?
El secretismo maligno con el que se maneja el Estado refleja actitudes dictatoriales, sin importarles el sentir de la mayoría de los ciudadanos. Ahora resulta que, hace unas semanas, se firmó secretamente un supuesto acuerdo de entrenamiento a largo plazo con el Comando Sur u otras dependencias militares de los Estados Unidos, para que entrenen a la Policía Nacional, el Servicio Nacional de Fronteras, el SPI y el Servicio Nacional Aeronaval. Es decir, van a militarizar las fuerzas públicas, una situación similar a la del dictador Manuel Antonio Noriega.
Recordemos que el ‘MAN’ fue producto de la CIA, quienes lo usaban para trabajos sucios, espiar a Cuba y otras actividades cuestionables. A cambio, le armaron y estructuraron las llamadas Fuerzas de Defensa, que se convirtieron en el brazo represivo para las verdaderas protestas ciudadanas. Vamos por el mismo camino. ¿Será que el Mero Micho quiere gobernar eternamente en su puesto?
Nos preguntamos: ¿ese acuerdo de entrenamiento firmado secretamente hace semanas atrás está en línea con las declaraciones de la Casa Blanca que ordenó aumentar la presencia de tropas en Panama, en adición a las 200 unidades que se encuentran acantonadas en Darién?
Las actuaciones totalmente ilógicas para los ciudadanos, pero posiblemente encajan perfectamente dentro de la agenda secreta del Estado, nos dejan un trillo de entreguismo, ya que se han convertido en “yes person” para complacer en todo lo que se le ocurra al desquiciado y a su séquito. ¿Debemos suponer que la agenda trazada por el estamento gubernamental esta enrumbada a convertir a Panamá en una estrella adicional en la bandera gringa o un estado asociado o protectorado
Desde la llegada a Panamá del Marco Fulo, las cosas han cambiado diametralmente, y si existían acuerdos previos de kilombo, eso no lo sabemos. A raíz de esa visita, entregamos los puertos y nos salimos del acuerdo de la Ruta de la Seda. Al ‘ex zonian’ traicionero le concedimos un espacio estratégico ‘prime’ en Amador para una marina que bien podría ser utilizada como base para los navíos de guerra de Gringolandia. El embajador nuestro en Washington recibe al lobista Damián Merlo, quien solo ha servido para difundir que los chinos controlan el Canal, o quizás quiere que le aumenten los honorarios. No debemos olvidar al administrador de la ACP, que firmó un acuerdo de protección contra ataques cibernéticos con el enemigo, en lugar de considerar al Dark Storm Team, que dejó sin servicio mundialmente a la red social X (anteriormente conocida como Twitter). Es decir, lo que el administrador intentó contratar como protección cibernética, resulta ser ‘chicha de piña’ para Dark Storm Team.
Dejando de lado el tema de las reformas a la CSS, que ya es ‘clavo pasado, pero con secuelas’, aunque algunos funcionarios digan que fue el resultado de un proceso democrático decidido por la mayoría, parecen olvidar que en la Asamblea Nacional ‘la mayoría es de uno’, el capo que controla el Cartel de las Sanguijuelas. Los demás que se agregaron a la votación lo hicieron meramente por protocolo, para obtener algún logro político, o quién sabe, alguna recompensa.
Regresando al tema nacionalista, en el ambiente ciudadano no se siente o percibe ese sentimiento patriótico que se vivió en la década de los 60. Muchos de esos ‘jóvenes’ que hoy tienen 50 años o menos, probablemente no fueron expuestos a las enseñanzas de la materia cívica, que fue abolida de las escuelas durante la Revolución Octubrina, y no tuvieron las guías para ser ‘buenos ciudadanos’ porque el ambiente familiar en que crecieron posiblemente era de ‘juega vivo’. La educación de antaño, cuando un graduado del Instituto Nacional, como lo fue mi padre, salía hablando un nivel de inglés alto que le permitió trabajar en multinacionales, se vio afectada a raíz de la Reforma Educativa promovida durante los tiempos dictatoriales. Somos un país con un sistema educativo que reprueba el nivel de los estudiantes.
Panamá está en una encrucijada y, ‘con paso firme’, vamos hacia el despeñadero. ¿Qué debemos hacer los ciudadanos para cambiar ese rumbo? ¿Hasta cuándo el secretismo? ¿Saldrá a relucir algún líder que aglutine un movimiento separatista de los gringos?
El autor es ciudadano.