A pesar de que muchas personas no puedan reconocer cada raza del grupo de los perros nórdicos, la mayoría los identifica por su tipología como ejemplares de trineo o los confunde con el más conocido de todos ellos: el Siberian Husky.
Estos perros son los que más se acercan en parecido a su ancestro lobezno, el canis lupus. Físicamente, todos poseen el mismo tipo de pelo y subpelo, sus orejas erectas y forma de hocico.
En lo referente a su carácter, también tienen el común denominador de una marcada tendencia a convivir en jaurías, por lo que es aconsejable tenerlos con otro perro, aunque no sea de su mismo tipo.
Su belleza los hace muy buscados, pero en realidad no son para todo el mundo, ya que su carácter ansioso los hace bastante difíciles de educar.
No son recomendables como perros de guardia, ya que no fueron creados para esto y su genética está bien definida desde hace cientos de años para funciones asociadas a otro tipo de trabajos.
Las personas ideales para convivir con ellos deben ser balanceadas, tranquilas y con una marcada aptitud de liderazgo. Los perros nórdicos necesitan ser guiados y controlados, de otra forma, es muy posible que la armonía no impere en su hogar.
Todo este grupo de perros, formado por el Siberiano, el Alaskan y el Samoyedo, entre otros, son estadísticamente los más abandonados o regalados luego de un tiempo por no cumplir con las expectativas iniciales de la gente, que en casi todos los casos los elige sin conocer sus características.
Los perros nórdicos necesitan trabajar para canalizar su energía, ya sea en el deporte del mushing o tiro u otro tipo de actividad asociada a sus tendencias.
Son compañeros espectaculares, pero para la gente indicada. Infórmese y no olvide que los perros de raza tienen, en líneas generales, conductas previsibles acordes para lo que fueron creados.