Con la sensación latente de que todo puede estallar otra vez, Changuinola despertó este viernes como una ciudad en pausa. La noche anterior, la calma que tanto había costado mantener entre los días de protestas contra la Ley 462 se rompió por completo: una turba tomó las calles y sembró el caos en el corazón de Bocas del Toro.

Los vidrios rotos y los escombros desperdigados en Plaza Changuinola, donde irrumpieron en una tienda de ropa y otros comercios, son la prueba más visible. Pero el paso arrasador de los vándalos alcanzó también sitios clave: la empresa Naturgy, la sede de Chiquita Panamá, el estadio Calvin Bayron y hasta parte del aeropuerto sufrieron los embates del vandalismo que se desató sin freno.

Por varias horas, el sonido de alarmas y gritos en la distancia rompió la noche, mientras el humo de las llantas encendidos se elevaba.
Hoy la comunidad parece vacía. Los negocios, las oficinas públicas, el aeropuerto y los bancos permanecen cerrados. Hasta el Órgano Judicial decretó la suspensión de los términos judiciales en la región.

En algunos barrios, muchas familias prefirieron marcharse antes del amanecer. Salieron en sus autos o a pie, con bolsos al hombro, rumbo a comunidades vecinas como El Silencio, temiendo que nuevos episodios violentos pudieran repetirse.
Todos coinciden en que la violencia empañó el reclamo contra la ley que encendió las protestas hace varias semanas.

